lunes, 28 de noviembre de 2011

Patrick se lo pasa pipa

A lo largo de tres temporadas, pensé que El Mentalista me gustaba por el carisma de los personajes y la química entre Patrick y Lisbon. Sin embargo, en esta cuarta temporada me he dado cuenta de un motivo mucho más profundo y, a la vez, mucho más superficial que explica mi pasión por este serie policiaca. Este motivo no es otro que comprobar, semana tras semana, lo bien que se lo pasan los actores rodando esta serie. Es un motivo más profundo (en el sentido de primigenio, originario de los otros) y a la vez más superficial (por razones evidentes), pero es un motivo más que válido para distinguir una serie del montón.
Y es que no es fácil encontrar una serie donde los actores disfruten tanto interpretando a los personajes. Pero hay uno que destaca por encima de todos: Simon Baker, aka Patrick Jane, azote de delincuentes y cómico de primera. Porque sí, admitámoslo, El Mentalista es una serie ligerita que cumple una función no siempre fácil de encontrar en una serie dramática: entretener a las masas. Y es que, en televisión, donde es obligatorio conseguir la fidelidad del espectador, se hace obligatorio disponer de series que mantengan pegado al espectador semana tras semana.
En los últimos capítulos, la tensión se ha manejado muy bien en la serie, logrando momentos muy intensos. No es The Wire, pero tampoco lo pretende. El Mentalista ha sabido mantenerse fiel a si mismo centrándose en Jane, un personaje narcisista, divertido, juguetón, pero con un darth passenger que asustaría al mismísimo Dexter Morgan (¡Dios mío, qué han hecho con esta serie!). Para ello hace falta un actor que entienda muy bien el personaje; Simon Baker lo hace, y nos transmite a un Patrick cada vez más irónico pero también más herido. Un personaje con el que se ha fundido porque se lo pasa francamente bien con él, y eso se contagia al resto del reparto, cada vez más sueto.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Un portento llamado Kate

Quién es quién en Mildred Pierce
Reconozco que al hablar de Kate Winslet no soy objetivo. O quizás soy más objetivo que nadie, no lo sé. Y es que Winslet ha sido para mí una diosa absoluta en cada trabajo; un ejemplo de profesionalidad, talento y brillantez. Una mujer que, sin ser especialmente guapa, se presenta a mis ojos como la mujer 10, la perfección hecha carne. Es lo que tiene ser una verdadera estrella: que el reflejo del talento enciende pasiones.
Afortunadamente para mí, éste ha sido un año especialmente prolífico para la actriz británica pues, además de dos películas más que correctas (Contagio y Un dios salvaje), ha estrenado la enésima obra maestra de HBO, la miniserie Mildred Pierce.
No es la primera vez que la actriz de Titanic hace televisión (salió en un capítulo de Extras), pero es indudable que no es su medio. Aun así, la interpretación que ofrece en Milded Pierce es absolutamente arrebatadora, hipnótica, mágica. Es tan buena que hace mejor al resto del reparto. No es que Guy Pierce, Bryan F. O’Byrne, Mare Winningham o Evan Rachel Wood sean malos, todo lo contrario. Pero gracias a la pasión contagiosa de Winslet, consiguen las mejores interpretaciones de sus carreras.
Cuestión aparte es Melissa Leo, única a la que Mildred no le pega gritos y eso se nota. Se nota en que no hay tensión en las escenas que ambas comparten; esos momentos son un oasis dentro del terremoto vital de Mildred. Ahí radica el mérito de ambas actrices, que saben calmar las aguas airadas de tan turbulenta vida. Y es que Mildred Pierce cuenta la historia de una mujer hecha a sí misma que, a pesar de todos los sufrimientos y sus (muchos) errores, sabrá salir adelante gracias a su tesón, ambición y ganas de triunfar.
La serie en su conjunto es una obra maestra que se alzó con dos premios Emmy en la pasada edición a pesar de ser tener veintitantas nominaciones. Y es que enfrente tenía a la (también) soberbia Downton Abbey, que le arrebató la gloria en todos los premios gordos excepto uno. ¿Adivináis cuál? Sí, el de mejor actriz, que fue a parar a las delicadas manos de esa portentosa mujer llamada Kate Winslet.

jueves, 27 de octubre de 2011

Con Dexter, vuelve el canguelo


Dexter ha vuelto, y con mucho canguelo. Pero que nadie se frote las manos, pues el canguelo lo da el esperpento que han hecho con la sexta temporada de nuestro asesino en serie favorito. Y es que mezclar Dexter y la religión es una bomba de relojería que puede acabar con la serie antes que canta un gallo. Tal vez ese sea el propósito de los productores y guionistas: prepararnos para lo inevitable, esto es, el fin de Dexter.
Pero más allá de conjeturas, la religión no es la única cagada. Los guiones, hasta ahora mordaces e inquitantemente inteligentes se han vuelto pobres, vacíos e insulsos. Y eso sin entrar en los monólogos interiores de Dexter, que intentan ahora dar una lección moral al espectador. Tal cual como suena. Sé que es patético, pero así es. Después de una cuarta temporada perfecta y una quinta de transición, esperábamos una sexta temporada arrebatadora, donde se anunciara el apocalipsis de Dex, pero también su victoria. Porque Dexter, aunque muera, debe ganar. Se lo merece.
Los personajes secundarios tampoco funcionan en esta sexta temporada. La personalidad paternalista de Batista ha mutado en resentida y apenada; la ambiciosa Laguerta parece desnortada en sus pretensiones; Mazuka está comedido en todos los sentidos y luego está Debra. Los que han hecho con este personaje es una de las mayores injusticias de la tele. De marimacho de apariencia fuerte pero vulnerable ha pasado a un grotesco personaje recién salido de una telenovela. Y es que su relación con Quinn resulta, como mínimo patética por la carencia de interés y lo ñoña que resulta.
De todas maneras, que nadie se asuste: no es que Dexter sea una mala serie; “sólo” es infinitamente peor que las anteriores, aunque infinitivamente superior al 90% de las series. Y tiene muchas cosas buenas entre ellas los malos: Edward James Olmos está muy grande y Colin Hanks, aunque sobreactuado, mejora con respecto a sus films…

lunes, 17 de octubre de 2011

Se veía venir

Cuando Patrick Jane acabó con su archienemigo en el último capítulo de la temporada pasada, muchos nos temimos que en realidad éste no fuera John el Rojo. Y es que no casaba la idea de un John muerto durante toda la cuarta temporada cuando su sombra ha planeado por todos los capítulos de cada temporada anterior. Además, el Josh de El ala oeste de la Casa Blanca no podía ser el temible hombre que asesinó a la familia de Jane. Este segundo punto ya lo dije claramente en mi último post sobre la serie, criticando la elección de la (supuesta) némesis del mentalista.
 Después del ejercicio de deducción que acabo de protagonizar, puedo decir con orgullo que nuestros temores se han cumplido: John el Rojo sigue vivo y Patrick está más dispuesto que nunca a acabar con él. Ahora la serie mantiene su razón de ser y ha recuperado el interés que había perdido en los últimos capítulos. Desde luego, la autocampaña de marketing ha sido perfecta y, los resultados, apabullantes.
En esta cuarta temporada, esperamos un Patrick mucho más lanzado, ahora que tiene a John a tiro. Lisbon, cada vez más rendida al encanto de Jane, le seguirá a-donde-quiera-que-él-vaya. El resto de personajes se irán difuminando, pues la acción de la serie lo requiere y Patrick Jane lo necesita si esta temporada quiere atrapar al asesino de su familia. Porque, si los guionistas son listos, esta temporada se centrará en John y Jane, para dar carpetazo a la serie a lo grande en esta temporada. Los personajes se lo mereces; y los fans necesitamos una serie que no derive en culebrón por una indigestión de temporadas (véase Cómo conocí a vuestra madre).

jueves, 13 de octubre de 2011

Dexter y Alicia: muy distintos; igual de buenos

He de reconocer una cosa: si no fuera por Dexter Morgan y Alicia Florrick (así como cualquier personaje de Modern Family) hace algunos meses que habría dejado definitivamente de ver la tele. Y no porque no haya más series que me gusten, sino porque estos personajes han conseguido eclipsar cualquier otro papel de cualquier otra serie. Esto no quiere decir, necesariamente, que sus actores sean los mejores, pero sí que son los personajes más cautivadores de unas series brillantes. Por poner un ejemplo a vuelapluma, creo que Bryan Cranston es un actorazo, pero tiene a su cargo un papel menos agraciado en una serie mucho más “sucia”.
Pero las comparaciones son odiosas, así que me voy a limitar a explicar por qué me parecen tan grandes estos personajes.  Y lo haré por separado, pues algunos motivos son opuestos., aunque no contradictorios.
Empiezo por Dexter, viudo, padre, hermano, analista profesional de la policía y… asesino en serie. O justiciero de la noche, como preferimos llamarle algunos. Y es que es imposible no sentirse identificado con el pasajero oscuro de Dexter, ni sentir simpatía por un personaje empeñado en ser humano. Michael C. Hall ofrece un ejercicio de contención y expresividad absolutamente perfecto. Todo ello aderezado con unos diálogos más hirientes que los cuchillos del protagonista. Mordacidad, humor negro, drama, amor y mucho Maimi para una de las series más sólidas de la televisión actual.
En cuanto a Alicia Florrick, ¿qué puedo decir? Quien me conozca sabe que bebo los vientos por este personaje. Y es que lo mío con Julianna Margulies, es amor platónico. ¿Por qué? Porque la cabrona es la actriz más sosa del mundo y, a la vez, tiene una expresividad conmovedora. Parece contradictorio, y lo es. Pero vean la serie y atrévanse a negar que tengo razón. Sólo digo que a mí me ha hecho llorar levantando una ceja. Tal cual. Por eso es una cabrona: por hacer sencillo lo difícil y con esa naturalidad. Y es que la perfección adquiere una nueva dimensión cuando hablamos de la Margulies y su personaje, ya que capítulo tras capítulo se superan, apuntalando una serie que hace tiempo que alcanzó la perfección. Y no, no me olvido de sus secundarios de lujo; de ellos hablaré en un post próximo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Avilés, capital de la cultura

Sé que han sido pocos los que me han extrañado estos días y menos aún los interesados en los motivos de mi ausencia, pero aun así explicaré el porqué de mi desaparición. La razón tiene nombre y apellido: Kevin Spacey. Y es que, el bueno de Kevin, aterrizaba en España para ofrecer cinco únicas representaciones de Ricardo III en un teatro de Avilés. Así pues, como buen freak de los buenos actores, me hice con unas entradas (que me costaron conseguir Dios y ayuda, por cierto) y me chupé casi quinientos kilómetros para estar unas horitas en una de las ciudades más industriales de España.

Kevin Spacey con estudiantes de teatro en Avilés

Pocos días antes de la partida muchos amigos me decían que era un friki, como se esa palabra me ofendiera lo más mínimo… El caso es que al final sólo encontré otro loco que se viniera conmigo, decisión que ahora ha devenido en fundamental en su vida, pues lo vivido en Avilés sólo puede catalogado de impresionante e histórico Espectáculo. Así, con mayúsculas.
Porque lo vivido en Avilés el pasado fin de semana ha sido espectacular, unos días memorables que permanecerán en mi memoria para siempre. No sólo tuve la oportunidad de ver a dos metros de mí a ese portento interpretativo que es Spacey (ganador del Oscar en dos ocasiones por dos personajes tan memorables como él), sino que, también, tuve la oportunidad de participar en una tertulia con él y cincuenta estudiantes de teatro. En esa charla, nos animó a seguir nuestros sueños y a vivir la interpretación con pasión. Una pasión que derrochó sobre las tres horas largas que estuvo interpretando al loco del rey Ricardo III en la obra homónima de Shakespeare.
Francamente, y a riego de confirmar mi condición de friki, espero que Kevin y su compañía vuelvan pronto a España para demostrarnos que actuar es dejarse la piel en el escenario, tal como hicieron ellos. Larga vida al rey Ricardo III y a su magnífico séquito.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Justified, de menos a más


No sé si será el desastroso doblaje o, simplemente, que no era muy buena, pero la primera temporada de Justified me costó acabarla. Su piloto me pareció lento y falto de interés, a pesar de que Timothy Olyphant resulta convincente en esa mezcla de poli-vaquero-chulo. Sin embargo, los diálogos eran simplemente bochornosos, con frases tópicas, gracias tontas y conversaciones que harían sonrojar a un niño de tres años…
Sin embargo, poco a poco me fui metiendo en la serie y aprendí a valorar esta vuelta de tuerca al Chuck Norris de Walker. Y conste que la comparación me duele, pero es la serie más parecida que uno se puede encontrar. Eso sí, Olyphant permanece siempre impoluto, pues en vez de utilizar los puños saca a pasear el arma, que siempre es más eficaz, pues uno se ahorra energías y tiempo. Ahora soy un fan irredento de esta gran serie de acción.
Habrá quien piense que me he acostumbrado a su estilo cutre y sureño (en el peor sentido de la palabra). Sin embargo, creo sinceramente que quien pase de los primeros cuatro capítulos (más presentación que otra cosa), disfrutará como un enano. Es como El Señor de los Anillos: si sales de la comarca, ya no lo puedes dejar; eso sí, hasta que sales, el camino es largo y denso… Y para los que me hagan caso y lleguen a la segunda, que se preparen, porque a van a disfrutar de lo lindo con unos personajes mejor perfilados e interpretados por un reparto en estado de gracia (tal como confirmaron los últimos Emmy…)

jueves, 22 de septiembre de 2011

El regreso de las grandes

Entre esta semana y la que viene todo aficionado a las buenas series está de enhorabuena, porque regresan las grandes. Es cierto que a cambio nos tendremos que despedir de Breaking Bad y olvidar definitivamente el maravilloso final de Entourage. Pero Big Bang Theory, Modern Family y, sobre todo, Dexter y Boardwalk Empire. Vamos, que en menos de un mes esteremos ya inmersos en todas las buenas series.
De algunas de estas series esperamos mucho y, de otras, más bien poco. Así, de Dexter esperamos que remonte el vuelo después de una quinta temporada más bien regular, sobre todo después de haber puesto el listón en el infinito con una inmensa cuarta temporada. Eso es lo malo de Dexter y de toda buena serie en general: nos malacostumbran a la perfección y todo lo que baje de ahí tendemos a criticarlo…
De The Big Bang Theory, sin embargo, esperamos más bien poco. La serie cuenta con unos personajes que van de la perfección (Sheldon, Howard y Penny) a la exasperación (Raj y Amy), pasando por la indiferencia (Leonard). Como esta quinta temporada no retome el espíritu de la tercera temporada tiene difícil no cansarnos. Y cuando las expectativas están en que algo no te canse…
Boardwalk Empire empezó de manera brillante, pero poco a poco empezó a acomodarse en una situación media entre la buena serie con destellos brillantes. Claro, que continuar el brillante prólogo rodado por Scorsese no es nada fácil. De la segunda temporada esperamos algo más de ritmo, toda vez que los personajes ya están definidos…
Por último, Modern Family tiene el difícil reto de mantener, durante una temporada más, el altísimo nivel que ha marcado con las dos temporadas anteriores. Estas expectativas tan altas vienen refrendadas por la consecución de cinco Emmys el domingo pasado. Sin embargo, de todas las series comentadas, es la que más confianza me da, pues sigue fresca después de cincuenta capítulos, lo que la sitúa a la altura de las grandes…

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El declive del imperio americano continúa

Si hay una serie capaz de provocar desazón y angustia mientras esbozamos una sonrisa, esa es Breaking Bad. La serie, gran ausente de los Emmy de este año por los ajustes horarios de las cadenas, es una de las grandes series del momento, tal y como demuestra la cuarta temporada que está a punto de terminar en Estados Unidos. Además, ahora que se ha hecho oficial que Mad Men perderá un año por los mismos motivos que BB, es más que posible que su cetro como Drama número 1 de la televisión americana pase a las manos de este moribundo que mete a traficante de drogas.
El argumento puede resultar escabroso y, podéis creerme, lo es. Escabrosa y macabra. Porque la serie es dura, pero algunas situaciones son tan ridículas que hacen reír. Además, la serie cuenta con dos protagonistas que son los antagonistas perfectos por la improbabilidad de su relación. Bryan Cranston y Aaron Paul bordan unos papeles por los que ya han ganado el Emmy con toda justicia.
Sin embargo, hay un pero muy grande que se le puede poner a esta serie. Un error descomunal que puede herir de muerte al Sr. White, y es el lio de fechas al que AMC está sometiendo a la serie. Esta vez se ha perdido año; la próxima puede que sea el final definitivo de Breaking Bad. Es cierto que el problema no es de la serie, sino de la ceguera monumental de los productores. Tal vez por eso digan que el mayor enemigo es el que no se ve…
Y es que la crisis viene por la avaricia. Y ya se sabe que la avaricia rompe el saco. Por eso esta crisis es una crisis de valores, tal como explica un venerable anciano vestido de blanco y con zapatos rojos y tal como intuye Too big to fail. ¿Defectos de la peli? Que se queda a medio camino, pues expone la situación pero no ofrece esperanza. Esa es la diferencia entre el anciano de zapatos rojos y el cine: que se atreve a proponer soluciones.

martes, 20 de septiembre de 2011

BB, una serie gamberra

Si hay una serie capaz de provocar desazón y angustia mientras esbozamos una sonrisa, esa es Breaking Bad. La serie, gran ausente de los Emmy de este año por los ajustes horarios de las cadenas, es una de las grandes series del momento, tal y como demuestra la cuarta temporada que está a punto de terminar en Estados Unidos. Además, ahora que se ha hecho oficial que Mad Men perderá un año por los mismos motivos que BB, es más que posible que su cetro como Drama número 1 de la televisión americana pase a las manos de este moribundo que mete a traficante de drogas.
El argumento puede resultar escabroso y, podéis creerme, lo es. Escabrosa y macabra. Porque la serie es dura, pero algunas situaciones son tan ridículas que hacen reír. Además, la serie cuenta con dos protagonistas que son los antagonistas perfectos por la improbabilidad de su relación. Bryan Cranston y Aaron Paul bordan unos papeles por los que ya han ganado el Emmy con toda justicia.
Sin embargo, hay un pero muy grande que se le puede poner a esta serie. Un error descomunal que puede herir de muerte al Sr. White, y es el lio de fechas al que AMC está sometiendo a la serie. Esta vez se ha perdido año; la próxima puede que sea el final definitivo de Breaking Bad. Es cierto que el problema no es de la serie, sino de la ceguera monumental de los productores. Tal vez por eso digan que el mayor enemigo es el que no se ve…

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un Emmy para cada uno

Los premios Emmy que se entregaron anoche han dejado satisfecho a casi todo el mundo. Y, además, han sido casi todos justos (aunque esto no importe a casi nadie). Pero si por algo ha destacado verdaderamente esta ceremonia ha sido por la cantidad de sorpresas que ha habido. Satisfacción por la sorpresa de que se haga justicia, podríamos resumir en un titular que hace  unos días resultaría contradictorio.
Sorprendente ya fue que se nominara a Kathy Bates en lugar de la maravillosa Katey Sagal en el apartado dramático. Sin embargo, premiar a la McCarthy en el apartado de comedia quitó el hipo a más de uno. Si un pero se le puede poner a la noche fue, sin duda este premio. Robar un Emmy a Laura Linney de esta manera no tiene gracia, aunque la entrega fuera de los mejores momentos de la noche. Modern Family fue la única serie que cumplió los pronósticos y se hizo con cinco Emmys, entre ellos el de mejor comedia del año. También para la familia disfuncional fueron los premios a los mejores secundarios (en concreto para el divertidísimo matrimonio Dunphy, interpretados por Ty Burrell y Julie Bowen). Por último, Jim Parsons batió a Steve Carrell como mejor actor y se hizo con su segundo Ángel consecutivo por su papel de Sheldon Cooper.
En el apartado de drama tan sólo se cumplieron dos pronósticos: mejor actriz para Julianna Margulies por su inmenso papel en The good wife y mejor secundario para Peter Dinklage, ese pequeño gran actor que sorprendió a todos en Juego de Tronos. El resto, una deliciosa sorpresa detrás de otra: en primer lugar, el mejor actor fue para Kyle Chandler en su despedida como entrenador en Friday Night Lights, imponiéndose a Hamm y Buscemi, grandes favoritos. La actriz secundaria fue para Margo Martindale por su aterrador papel en Justified, dejando en la cuneta al dúo magnifico, a saber: la Panjabi  y la Baranki, ambas nominadas por The good wife. Juego de Tronos y Boardwalk Empire fueron apeadas a última hora por Mad Men, serie que triunfa por cuarto año consecutivo.
Pero la gran sorpresa de la noche vino en los premios a las mini-series o películas para televisión. Y es que Mildred Pierce, gran favorita de la noche, sucumbió ante la calidad de Downton abbey, que veía como triunfaba más allá de sus fronteras (es británica) a pesar de ser ninguneada en los premios de su país. Mejor mini-serie o película, dirección, guión y actriz secundaria para las desventuras de nobles y plebeyos. Kate Winslet y Guy Pierce salvaron los muebles para la ficción de HBO en los roles protagonista y secundario, respectivamente. Barry Pepper hacía saltar de nuevo la campana al imponerse a William Hurt, inmenso en Too big to fail y su compañero en The Kennedys, Greg Kinnear.
En fin, una noche de sorpresas que hizo que nos fuéramos a la cama con una sonrisa. Ya sólo quedan 365 días para los Emmys 2012…

viernes, 16 de septiembre de 2011

Un final brillante

He de reconocer que la octava temporada de Entourage me estaba dejando más bien frio. Y hablo en pasado porque el último capítulo de la serie ha purgado los (pocos) pecados que tenía. Una vez acabada la serie podemos decir, sin ningún tipo de dudas que Entourage es una de las series de la década. Y Ari Gold el mejor personaje de la historia de la televisión, of course. ¿Qué me puede la pasión con esta serie? Sí, lo reconozco. Pero es que de eso va Entourage: de dejarse atrapar por ese mundo de lujo, desenfreno y vidas al límite que viven para un tipo de diversión y frivolidad que sólo consigue el dinero.
Ahora bien, que no se me entienda mal. Entourage es una serie frívola, sí, pero no una tontería frívola. No olvidemos que es HBO, sinónimo de calidad en toda serie que dure más de dos temporadas. No olvidemos tampoco que no ha habido temporadas de transición (lo más parecido ha sido la octava temporada), algo inconcebible en cualquier serie; en todo caso hubo capítulos de transición, peccata minuta para una serie de 20 minutos. Tampoco conviene olvidar que siempre ha sido una serie coherente, justa con sus personajes, lógica en su realismo e increíblemente creíble en su planteamiento. Por último, hay que recordar el carisma que desprenden todos los personajes: desde el infantilismo de nuevo rico de Vincent hasta la pluma de Lloyd, pasando por la cándida estupidez de Drama, la responsabilidad de Eric o la pereza contagiosa de Turtle.
Es cierto que los personajes femeninos quedan avasallados ante tanta testosterona, pero destacan la rudeza de Shauna y la belleza y bondad de Sloan por encima de muchos rasgos “machitos” de los protagonistas. Más perjudicadas salen Mrs. Gold (cuyo nombre se desvela en el último capítulo de la serie) y Barbra Miller, eclipsadas por la interpretación de un soberbio Jeremy Piven en la piel de Ari Gold.
Piven tiene a su cargo un papel histriónico y descarado, pero lleno de bondad, lealtad y amor a los suyos. Aquí estriba la dificultad de su personaje: a pesar de ser racista, machista, misógino, homófobo, cruel y despiadado, en ningún momento se duda de que es un hombre que ama a su mujer y sus hijos por encima de cualquier cosa. El final que los creadores de la serie le han dado es absolutamente conmovedor. Y justo. Echaremos de menos sus gracias y menosprecios a Lloyd, que tan buenos momentos de comedia inteligente nos han dado. Echaremos de menos Entourage, hasta que llegue la película, quiero decir. Una película en la que espero que mantengan el tono de la serie. Será difícil, pues el caso más reciente (Sexo en Nueva York) dejaba bastante que desear en su versión para la gran pantalla. Vincent y sus chicos se merecen algo mejor; se merecen lo mejor. ¡Hasta siempre, muchachos!

viernes, 1 de julio de 2011

Una serie para cada uno

Hay series buenas, malas y regulares. Aquí hemos hablado de los tres tipos. Hay series aburridas y otras tremendamente entretenidas. Hay series pretenciosas como Mad Men, otras sencillas como The big C; hay series que parecen superproducciones hollywoodienses como Falling skies o Boardwalk Empire (por citar dos ejemplos en las antípodas). Hay sitcoms divertidas como Modern Family y otras cuyo humor brilla por su ausencia, caso de Dos hombres y medio. Hay comedias frikis como The Big Bang Theory, dramas frikis como Fringe o dramedias frikis como Battlestar y todas sus secuelas, precuelas y spin-off. Hay comedias de acción como Chuck, dramas de acción como Nikita o series 100% acción como Hawaii 5.0. Hay porno en series como Hung o Californication, por no hablar de la sensualidad altamente provocativa de Gossip Girl. Hay series nocivas en su aparente inocencia como Glee o series tremendamente inocentes a pesar de su espíritu transgresor, caso de Cougar Town.
                Tenemos a enfermeras yonkis (Nurse Jackie), a traficantes de drogas (Weeds), a detectives payasos (Psych), a psicóticas con varias personalidades (United States of Tara) y a actores enfangados en el lodo de su fama (Entourage). Tenemos abogadas que son auténticos putones (Damages), abogadas fuertes y ¿fieles? a sus maridos (The good wife) y jefas de policía que sacarían la verdad a Pinocho (The closer).
Siguiendo con las series policiacas tenemos desde los distintos investigadores de CSI a las tramas familiares de Blue Bloods, pasando entre medias por Ley y Orden, El Mentalista y Castle. Tenemos al mejor asesino en serie de la historia, el inigualable Dexter de la serie homónima. De vampiros tenemos unas cuantas también: True Blood y Crónicas Vampíricas son las más destacables. Tenemos a los zombies de The Walking Dead y a la Duquesa de Alba como la Reina de los no-muertos. Tenemos cada vez más series, más especializadas y mejores. Tenemos una televisión donde es imposible que no haya una serie para nosotros. Yo ya tengo las mías. ¿Y tú?

miércoles, 29 de junio de 2011

Sectarismos (I)

Ayer estuve con varios amigos que dicen que están hartos de que ataque a los políticos por meterse en cuestiones morales hasta el punto de que cierta corriente política nos dice lo que está bien y lo que está mal. Yo les respondí que continuamente están escuchando mensajes políticos de escandalosa inmoralidad y, sin embargo, se los tragan sin rechistar.

Como me sería imposible explicar con ejemplos todos los frentes desde los que recibimos mensajes subliminales educándonos en sus “virtudes”, me fijo desde aquí en el ámbito de las series de televisión, que cada día son más sectarias y negativas. De hecho, en los últimos años, no hay ni una sola serie donde no se juzguen conductas y nos intenten inculcar ideas. Así, después de esta afirmación tan tajante y radical (como a mí me gusta), paso a describir algunos ejemplos:

Glee: El caso de esta serie es, probablemente, el más perverso de todos en su visión de la homosexualidad, la religión y las relaciones prematrimoniales. Vayamos por partes:
El personaje gay de esta serie es un harén de virtudes que sólo recibe malos tratos por parte de los duros del instituto, los heteros de pro, radicales y estereotipados hasta la náusea. Sin embargo, esta visión está totalmente generalizada en el panorama televisivo actual, aunque no por ello deja de ser nociva y tremendamente injusta. Un ejemplo de ecuanimidad en el trato entre heterosexuales y homosexuales sería Modern Family, aunque tampoco me parece bien el concepto de familia que tiene esta serie…

Pero lo realmente nocivo de esta serie es su imagen de la religión. No sé si os habíais fijado, pero yo sí: la animadora, de cuyo nombre ni me acuerdo ni me interesa, es un personaje absolutamente malo, envidioso, cruel, hipócrita,… “lo-peor-de-lo-peor”, que dirían los pijos; si hay un personaje especialmente creado para ser cúmulo de vicios y defectos, es éste que, curiosamente (o no), lleva una cruz colgada del cuello. Para más inri, la niñata va de virgen por la vida, pero le encanta llegar al límite y provocar a los hombres. Una joyita, vamos.

Y como se me está calentando la boca, prefiero dejar el resto de ejemplos para mañana, porque si no, corro el riesgo de perder la objetividad que siempre me ha caracterizado. He dicho.

martes, 28 de junio de 2011

Patrick caza a John

Como casi todas las series, El Mentalista tiene su parte buena y su parte mala. Para mí, los buenos momentos pasados al lado del Patrick Jane ganan por goleada a los momentos malos. Ahora bien, el final de la tercera temporada me dejó un sabor agridulce (ATENCIÓN, ESTE POST CONTIENE SPOILERS).
El caso es que me parece un acierto que sea ahora cuando Patrick se topa con el cruel asesino que acabó con la vida de su familia, pero me parece un error gigantesco proponer que el Josh Lyman de El ala oeste de la Casa Blanca sea quien encarne a tan temido psicópata. Y es que, nos guste o no, Bradley Whitford será siempre aquel cínico y divertido empleado del presidente de EE.UU. Dicho esto, volvemos a lo positivo y es lo siguiente: el descubrir la verdadera identidad de John el Rojo le da a la serie mucho más juego que el mantenerlo en secreto hasta el final. Y eso que, supuestamente, Patrick mata a su archienemigo… o eso es lo que quieren que creamos sus productores.
El caso es que la serie ha retomado el vuelo y tiene un final de temporada que deja sin respiración (al igual que el final de Castle, serie que no aguanto, pero que ha concluido su temporada con un final más que digno). Sin embargo, ya he desvelado el gran asunto del capítulo, así que no voy a desvelar más cuestiones, tan sólo decir que yo mismo devolveré el dinero de la entrada a todo aquel que no quede satisfecho con un final que nos deja mordiéndonos las uñas hasta que llegue la cuarta temporada de este peculiar personaje.
Eso sí, yo habría escogido al Harry Connick Jr. de Copycat y le habría convertido en John, porque en mi mente y en mi corazón Whitford siempre será Josh Lyman, un tipo incapaz de hacer daño siquiera a una mosca. Aunque, pensándolo bien, quizás fuera esa la impresión que querían causar los guionistas para el terrible John el Rojo…

jueves, 23 de junio de 2011

Juego de Tronos en HBO

La HBO ya no tiene la exclusiva de buenas series y lo sabe, de ahí que se haya visto obligada a superarse produciendo dos de las series más ambiciosas de la temporada: Boardwalk Empire y Juego de Tronos. Las dos son un ejercicio extraordinario de puesta en escena, de planificación, de decorados y de vestuario. Sin embargo, desde mi punto de vista, con Juego de Tronos se ha errado el tiro. No porque sea mala, que no lo es, sino porque su aspiración es más cinematográfica que televisiva. Podríamos decir, sin ánimo de ofender al gremio televisivo, que la serie es demasiado ambiciosa para la pequeña pantalla.
Los productores, advirtiendo que esto podía pasar, redujeron los capítulos a diez y alargaron la duración de cada uno hasta alcanzar los sesenta minutos (cuando un drama corriente dura entre 40 y 50 minutos). Sin embargo, no previeron que permitir comparaciones con El Señor de los Anillos se podía volver en su contra. Por lo tanto ahora tenemos una serie que en su primera temporada ha conseguido congregar a millones de fans hambrientos de una segunda temporada que supere a la primera. El problema es que la carne ya está toda en el asador y Juego de Tronos sufrirá como pocas el síndrome de la segunda temporada.
Otro grandísimo problema que tiene la serie son sus continuos desnudos, netamente eróticos y sus escenas de cama, manifiestamente machistas. Es una pena que los productores se hayan dejado llevar por esa lujuria que, parece ser, desprende cada página del libro en que se basa Juego de Tronos.
A su favor cuenta con un casting a la altura de la ambición del proyecto y un argumento bien delineado, además de las virtudes antes enunciadas y que comparte con su hermana Boardwalk Empire. Sin embargo, in my opinion, el trono de HBO sigue en manos de la serie del gran Steve Buscemi, pues tiene mucho más claros cuáles son sus límites y bordeándolos consigue una obra maestra, mientras que Juego de Tronos es buena. Así, a secas.

miércoles, 22 de junio de 2011

Nuestro ala oeste

Aprovechando que ayer cité El ala oeste de la Casa Blanca, he aprovechado para recuperar algunos capítulos de esta serie que marcó una época. Aparte de reconocer el impresionante magnetismo de sus personajes, me reafirmo en lo que dije ayer: sus diálogos resultan algo pedantes y resabiados, condescendientes con el espectador. Sin embargo, la humillación por sentirse un ignorante queda paliada cuando quien la provoca es Josh, Tobey o Claudia Jean. Y es que, el carisma de los personajes de El ala oeste es, sin duda, la mayor virtud de esta magnífica serie.
Alguno pensará que soy un esquizofrénico por definir los guiones como condescendientes e insultantes y, aun así, catalogar la serie como magnífica. Y alguno se asombrará cuando diga que esos guiones tan humillantes para el espectador me parecen el otro gran acierto de la serie. Pues sí, los dos grandes puntales de esta Casa Blanca son los diálogos y los personajes. ¿Se puede decir por tanto que me guste que me insulten a la cara? Sí y no.
Sí me pueden insultar con su desdén aquellos que usan su inteligencia y la ponen al servicio del bien de su país; aquellos cuya sabiduría se pone de manifiesto para desarrollar un trabajo cuya complicación es extraordinaria; en fin, se puede reír de mí no el que quiera, ni siquiera el que pueda, sino el que demuestre que puede hacerlo. Sin duda estos tipos han demostrado su capacidad para poderse reír de mí, así que yo les dejo gustoso que durante cuarenta minutos me restrieguen su fanfarronería por la cara, esperando que se me pegue algo.
Sin embargo, también he dicho que no me gusta que se rían de mí. Y no me gusta que se ría el ignorante prepotente, ni el necio presuntuoso, ni el inculto bravucón que te mira por encima del hombro sin ser consciente del sonrojo que provoca por su desvergonzado comportamiento. No permito que me traten con condescendencia los políticos corruptos, mentirosos, incompetentes, hipócritas, ineficaces, deshonestos y traidores al país al que se deben y a los ciudadanos a los que representan.
Haciendo una comparación tonta, prefiero al Bartlet presuntuoso de la Casa Blanca a nuestro corderito Zapatero atrincherado en Moncloa. Sin ánimo de hacer política debo reconocer que sentí vergüenza de nuestra administración cuando ayer volví a ver El ala oeste de la Casa Blanca…

martes, 21 de junio de 2011

Una gata herida

Que Mad Men es buena, nadie lo niega. Que Dexter es muy buena, tampoco. Sin embargo, esta temporada, esta pareja de ases ha sido superada por otras dos obras maestras.
Una es Boarwalk Empire, la apuesta de HBO con Scorsese dirigiendo el piloto. Se trata de una serie sobresaliente cuyo mayor defecto es que es conocedora de su perfección, lo que a veces la hace ser resabiada y sabelotodo. Este es un pecado que comparte con dos joyas televisivas: la ya citada Mad men y la multipremiada El ala oeste de la Casa Blanca. Las tres poseen unos diálogos tan relamidos y snobs que terminan por alejar al espectador medio de sus tramas para captar la atención de la crítica gafapasta y casposa que puebla nuestro mundo.
La otra serie es The good wife, cuya mayor virtud es la contraria: la humildad de su planteamiento y la naturalidad en sus diálogos. Esto no quiere decir que sea una serie facilona o con tramas planas y carentes de interés. La sencillez que destila cada fotograma contrasta con la densidad de un argumento en el que no sobra ni una coma. Sus capítulos son como bombas de relojería perfectamente sincronizadas y de una precisión maravillosa. Ver un capítulo de The good wife es el placer más culpable que uno pueda tener, pues su maestría resulta tan patente que sobrecoge el corazón.
Pero, ¿qué pasa en la segunda temporada que me tenga tan agitado? Prefiero no desvelar nada, aunque sí puedo adelantar que la Alicia Florrick de ahora es mucho más salvaje que la anterior. La herida causada por su marido la ha hecho fuerte y determinante, pero también más sensible a los ataques. Como botón de muestra baste saber que la protagonista rompe a llorar cuando se entera del enésimo engaño de su marido, algo impensable en la mujer fría e impertérrita de la primera temporada.
A la excelente labor de Julianna Margulies, actriz capaz de expresar cualquier sentimiento u estado de ánimo con tan sólo arquear una ceja, se suman la excelente Christine Baranski y su cautivadora risa y Archie Panjabi, que esta vez tiene un papel más corto y, sin embargo, muchísimo más importante. Hay que reconocer  que este trío femenino funciona mejor que el formado por Will, Cary y Peter, demostrando una vez más que las mujeres actúan mejor que los hombres, se mire por donde se mire. Aun así, todos los personajes parecen más compenetrados, más naturales y más humanos. Las sombras de los personajes ya no son lagunas de guión, sino algo intencionado para otorgarles esa aura casi mágica que mantiene pegado al televisor durante los frugales cuarenta minutos que dura cada capítulo.
En resumen, esta segunda temporada que acaba de concluir nos presenta a una gata herida en un mundo de depredadores donde todavía caben los sentimientos humanos tales como la redención, el odio, la venganza, los resentimientos, la pasión… y el amor, un amor sorprendente aunque esperado. Un amor que nos hace esperar con ansia la tercera temporada.

lunes, 20 de junio de 2011

Una nueva etapa

Durante mucho tiempo he tenido olvidado este blog y pido perdón a los dos o tres fans que todavía me queden… En fin, me decido a escribir de nuevo con energías renovadas para hablaros de los cierres de temporada de algunas de las series más grandes (entre las que están Modern Family y The good wife). Además, aprovecharé para hablar de las nuevas series que han llegado durante mi ausencia (Los Borgia, Juego de Tronos), las series que vienen (imponente el tráiler de Falling skies, la nueva serie de Spielberg) y las que regresan, como Entourage que, además, se despedirá para siempre de nosotros al concluir la temporada (en homenaje a este serie, procuraré hacer un post de cada uno de sus doce capítulos). Por último, en esta nueva etapa del blog hablaremos de algunas series que nos dicen adiós, como el experimento de Diablo Cody llamado United States of Tara.
En fin, va a ser un ciclo cargadito de noticias que, espero, satisfaga las ansias de aquellos que me leían.

martes, 12 de abril de 2011

De ‘Mildred Pierce’ a ‘Mis actrices favoritas’

Hay pocas actrices que hagan todo, absolutamente todo, bien. Meryl Streep y Cate Blanchett serían dos ejemplos claros de actrices capaces de interpretar con la misma solvencia cualquier papel que se les ponga por delante. Así, la Streep resultó divertida en Mamma Mia!,  conmovedora en La decisión de Sophie, pasional en Los puentes de Madison,… incluso resultaba atractivamente patética (?) en La muerte os sienta tan bien. Por su parte, Blanchett ha interpretado a personajes reales tan dispares como la reina Isabel I (Elizabeth y Elizabeth: la edad de oro), a Katherine Hepburn (El aviador) e, incluso, a una suerte de alter ego del mismísimo Bob Dylan (I’m not there). Por no hablar de la libidinosa Sheba de Diario de un escándalo. El resultado, incontestable: cuatro nominaciones a los Oscar y una estatuilla.
                De esta raza de actrices cada vez van quedando menos, y casi todas son mayores de sesenta: Judi Dench, Helen Mirren o Maggie Smith serían otros tres ejemplos. De las jovencitas tal vez tomen el relevo Marion Cotillard (impresionante en films tan distintos como La vida en rosa y Origen), Amy Adams (encantadora en Encantada, luchadora en The fighter, insegura en La duda y perfecta en todas ellas) y, sin duda, la actriz más brillante de su generación: la inigualable Kate Winslet (Titanic, ¡Olvídate de mí!, Iris, Sentido y Sensibilidad, El lector, Juegos secretos: papeles opuestos pero interpretaciones igual de cautivadoras y maravillosas).
                No me gusta fardar, pero mentiría si no dijera que fui de las primeras personas en el mundo que quedó fascinada con la imagen de la Winslet en la pantalla. Y es que, el talento de esta chica, parece innato por el magnetismo que produjo desde su primera película. En otras palabras, todo lo que hace lo hace bien. Así de chula es Kate Winslet.
                Todo este preámbulo no era sino una excusa para hacer un resumen rápido de mis actrices favoritas. El problema está en que me he quedado sin espacio para hablar de lo que realmente quería, por lo que tendré que posponer el verdadero tema de mi post hasta mañana: Mildred Pierce, la miniserie que, probablemente le consiga su primer Emmy a Kate Winslet. Ella se lo merece, se lo merece todo.

miércoles, 6 de abril de 2011

Entourage, ¿drama o comedia?

Hace un par de días hablé de Entourage como uno de los mejores dramas de la pasada temporada. Lo dije y lo mantengo. Es más, resulta brillante la naturalidad espontánea con la quela vida de Vinnie Chase pasa de la frivolidad placentera a un infierno tortuoso en cuestión de capítulos. Ahora que se acerca el inicio de su temporada final, me gustaría elucubrar sobre los posibles finales de esta estupenda serie.
En primer lugar, durante las cinco primeras temporadas, estaba convencido de que la serie acabaría con Vinnie sobre el Teatro Kodak recibiendo una estatuilla dorada. Éste sería un final esperadísimo y lo más justo con el tono ligero de dos terceras partes de la serie. Sobre la alfombra roja le acompañarían todos, incluido un Ari pletórico.
Sin embargo, algo oscuro se empezó a apoderar de Vincent durante la sexta temporada. Ya en la séptima, la espiral de sexo y drogas llevan al protagonista al borde del precipicio. La conclusión de este descenso a los infiernos me hizo pensar en dos nuevos finales para la serie: o la serie toma definitivamente el camino del drama y Vincent muere al estilo James Dean o resurge de sus cenizas haciendo una película que le ponga en la buena senda de nuevo. Probablemente esta resurrección se vea confirmada con una nominación al Oscar, como ya hicieran Robert Downey Jr. o Mickey Rourke. Yo me decanto más por algo tipo Downey, pues le va más al personaje. Sin embargo, con Entourage nunca se sabe.
En  cuanto a mi gusto personal, tengo que decir que, mientras Ari vuelva con su mujer lo demás me da igual, pues los tres finales me parecerían buenos. Ahora bien, si se me exige una respuesta, yo acabaría con la vida de Vincent Chase por una sobredosis, pues creo que el camino trágico es la conclusión lógica de tan tortuosa vida. Y es que, los excesos de Chase y su séquito han sido muchos y durante mucho tiempo, por lo que cambiarlos en una única temporada me parece complicado de explicar. Tal vez, si se confirma la película, Vincent espabile y pase a ser una estrella seria, quién sabe…

martes, 5 de abril de 2011

Portlandia

Está a punto de estrenarse Portlandia, una suerte de versión local y americana de Little Britain. Eso es, al menos, como la ha definido algún afamado crítico. Este es, precisamente, el punto fuerte y el débil de Portlandia, pues resulta envidiable la facilidad que tienen los americanos para reírse de sí mismos sin mover ni un solo músculo. Lo más parecido que tuvimos aquí fueron los geniales Martes y Trece, si bien José Mota se esfuerza (y en ocasiones lo consigue) por sacarle una risa a los españoles a costa de sus animaladas.
Pero volvamos a Porlandia. Como decía, su sentido del humor se convierte en lo mejor y en lo peor de la serie. Lo peor, claro está, es que las gracias son demasiado locales, por lo que, si las gracias de 30 Rock nos pillan un poco lejos (lo que hace que nos riamos en un tercio de las gracias), las de Porlandia se encuentran en las antípodas de nuestro entendimiento, por lo que la mitad de la serie te la pasas pensando lo ridículos que resultan los protagonistas y la poca gracias que tiene el guión para un hispano.
A su favor tengo que decir que el creador y protagonista es Fred Armisen, uno de los motores de SNL (Saturday Night Live), auténtica vara de medir cualquier sketch en USA. Yo le daría un voto de confianza, pero si no entran en la serie, déjenla sin problemas. Tampoco se arrepentirán.

lunes, 4 de abril de 2011

Mis dramas favoritos

Todavía no he hecho mi lista de mis personajes dramáticos favoritos, aunque que nadie dude que el número uno de esa lista será Dexter Morgan. Los motivos son más que evidentes, al menos desde mi punto de vista. Y es que Dexter me ganó en el mismo instante en que comenzaron sus espectaculares créditos iniciales, absolutamente icónicos y, sin duda alguna, los mejores de la historia de la televisión.

Quien ya me conozca sabe que suelo ser dictatorial en mis afirmaciones (y quien no me conozca, ya ha tenido una muestra en el primer párrafo). Pero con Dexter mis extremos se han alejado todavía más, haciéndome más radical todavía en mis pensamientos. Porque Dexter no es sólo una serie, es LA serie. Antes de ella creía que había visto dramas buenos. Después de ella sólo hay una ficción que pueda seguirle el ritmo: The good wife. El resto se dividen entre series regulares, malas y grotescas. Alguno pensará que me olvido de Breaking Bad y de Mad Men; nada de eso: el problema es que a la primera la considero, cada vez más, una comedia (negrísima, sí, pero comedia al fin y al cabo; al contrario que Entourage, que si sigue así la incluiré entre mis dramas favoritos junto a Dexter y The good wife…); de los ejecutivos tengo que decir que me torran, pues la serie es demasiado lenta y sus personajes se alejan cada vez más de mi…

Lo dicho, dramas brillantes hay dos y un tercero que será incluido en breve. Para bien o para mal la culpa de que esta lista sea tan corta la tienen Dex y Alicia, dos personajes absolutamente maravillosos en manos de unos actores brillantes. Drama, Tortuga, Ari, Eric y Vinnie se incorporarán en breve a un podio con tres ganadores, pues ni puedo ni quiero hacer división entre los tres.

Después de estas vendrían Boardwalk Empire y  Downton Abbey, aunque a cierta distancia. Los motivos no están en su calidad, ni en sus personajes ni en sus guiones. Es más, si fuera por eso las incluiría, sin dudarlo, a la altura del trío ganador. El verdadero motivo por el que las incluyo en segundo lugar es porque sólo tienen una temporada y prefiero ver cómo desarrollan sus segundas temporadas para juzgarlas bien.

Por fin, en tercer lugar estaría Mad Men, perdiendo posiciones por culpa de su soberbia: se le ha hinchado tanto el buche triunfando durante años que cinco series la han adelantado y ni se ha enterado. A mí, realmente, la que más me gustó fue la primera temporada. Después se ha mantenido fiel a sí misma y eso, en una serie como Mad Men es un crimen, se pongan como se pongan los fanáticos gafapasta culturipollas de sus seguidores.

miércoles, 30 de marzo de 2011

¡A por el Emmy!

A falta de que empiecen la octava temporada de Entourage y, algo más tarde, la sexta de Dexter, algunas series esprintan para llegar a la meta lo mejor posible. Dos de estas series son Modern Family y The good wife, aunque también  estupideces como Glee intentan colocarse lo mejor posible para la traca final de premios: los Emmy. Estos galardones, conocidos como los Oscar de la televisión (topicazo que te defecas) se entregarán dentro de meses, pero las campañas en la televisión empiezan siempre al día siguiente de los Emmy, lo que tiene a los publicistas ocupados los 365 días del año intentando vender, aun antes de que estrenen la temporada, la enésima serie del año.

Este año todo está muy reñido y parece que, finalmente, el reinado de Mad Men toca a su fin para dejar paso a los mafiosos de Boardwalk Empire, cuyo actor principal, Steve Buscemi, hace tiempo que tiene reservado un hueco en su estantería para uno de los Emmys más merecidos en años. También parece claro que Laura Linney ganará el galardón a la mejor actriz de comedia por su papel en The big C.

Con relación a estos premios, me extraña que todo el mundo les dé por seguros ganadores, y más teniendo en cuenta al nivel de los que, previsiblemente, serán sus competidores: Michael C. Hall, Bryan Cranston o Jon Hamm, por un lado y Toni Collette, Tina Fey o Eddie Falco por otro. En cambio, el mejor actor de comedia y la mejor actriz dramática son el gran interrogante del año, pues cualquiera de los postulantes podría ganar.

En cuanto a los secundarios, yo no lo dudaría: en comedia se lo daría tanto a Sofía Vergara como a cualquiera de los hombres de Modern Family; en drama, le daría todos los premios habidos y por haber a la inmensa Christine Baranski, mientras que nombraría de nuevo a Aaron Paul como mejor actor secundario. Este reparto de premios, que sería el justo y necesario no será el real, pues los críticos se han empeñado en que Glee debe ser la mejor comedia del año, por lo que premiarán a sus secundarios, mientras que Baranski verá como alguna advenediza con cara de guarrilla le arrebata un premio que, a todas luces debe ser para ella.

Otros premios cantados son los más importantes: las mejores series. En este apartado las triunfadoras serán Boardwalk Empire y Glee, dando así una de cal y otra de arena, pues la comedia musical sigue siendo el pufo panfletero de siempre y no le llega ni a la suela del zapato ni a 30 Rock, ni a Nurse Jackie, ni a Entourage, ni a Modern Family, ni a The Big Bang Theory. De hecho, para mí, está al mismo nivel de memez que Dos hombres y medio por lo que nominarla entre tanta joya es insultante y premiarla sería la mayor injusticia que se pueda cometer en la historia de los premios… En cuanto a Boardwalk, se lo merece, aunque yo prefiero The good wife, pero bueno.

De las nuevas, tal vez Blue Bloods y Hawaii tengan alguna posibilidad en apartados técnicos. Y sin duda estará nominada Kathy Bates, lo mejor de su anodina serie (¿alguien lo dudaba?)

lunes, 28 de marzo de 2011

The good wife ¿mejor drama del año?

He decidido que con las series que he comentado tenemos suficiente para empezar y tan sólo comentaré, a partir de ahora, momentos álgidos de una serie en concreto, nuevas temporadas o nuevas series que me interesen. Para empezar este nuevo propósito, he elegido una serie que, poco a poco, se va convirtiendo en un clásico: The good wife, que cuenta con los momentos televisivos más brillantes de este año (con perdón de Boardwalk Empire).

Varios son los méritos de la serie protagonizada por una inmensa Julianna Margulies, actriz tremendamente expresiva en su inexpresividad… En este blog ya destacamos la presencia de un trío femenino de altura (Margulies, Panjabi y Baranski), pero un buen actor poco podría hacer si el guión no estuviera a la altura. Los libretos de The good wife mejoran día a día hasta llegar al borde del paroxismo en los dos últimos capítulos emitidos hasta la fecha (en USA, se entiende), donde los diálogos son tan ágiles y vibrantes que uno tiene ganas de que el capítulo nunca acabe. Esto es gracias, sobre todo, a que los creadores han dejado un poco de lado el drama puramente judicial, primando en esta segunda temporada los conflictos familiares, políticos y profesionales.

Como he apuntado antes, estos conflictos se muestran verdaderamente interesantes en los dos últimos episodios donde se consuman traiciones, se fraguan venganzas, se mascan traiciones y se comprueba que nadie es exactamente quien parece ser en The good wife, ya que los personajes son tan poliédricos, tan de la calle, que asusta.

Sin embargo, el talón de Aquiles sigue siendo el público. Y es que los resultados de espectadores no están siendo los esperados, lo que dificulta que la serie se alargue más allá de dos (la actual) o tres temporadas lo que es una pena se mire por donde se mire, pues perderemos una de las grandes series de este primer cuarto de siglo XXI que nos está dejando auténticas obras maestras.

jueves, 24 de marzo de 2011

En la muerte de Elizabeth Taylor

Hoy hago un parón en mi extenuante ingesta de series para rendir homenaje a la penúltima gran estrella de Hollywood (me parece que la única que sobrevive es la incombustible Lauren Bacall, quien parecía una mujer cuando era una niña y ahora que es anciana parece una mujer…). Ayer falleció la inigualable Elizabeth Taylor, la mirada violeta de Hollywood, por utilizar el topicazo en el están cayendo todos los diarios españoles. Y es que Liz (como odiaba que la llamaran) era mucho más que unos ojos.

Era el símbolo de las mujeres de la época, una mujer de carácter que no se dejó dominar por nadie. Dueña de sí y señora de su vida, la Taylor se casó ocho veces, dos de ellas con el borrachazo más temido de Hollywood, Richard Burton. Dama del Imperio Británico, pasará a la historia por su incesante lucha contra el SIDA que acabó con uno de sus grandes amigos, Rock Hudson y, sobre todo, por sus portentosas interpretaciones siempre llenas de pasión.
           
Con Hudson rodaría Gigante (el tercero en discordia era el mito, James Dean) una epopeya con un drama familiar de fondo absolutamente terrible. Pero también actuó junto a otros grandes del cine: con Paul Newman (la otra mirada de Hollywood) ofreció un auténtico tour de force interpretativo en la historia de un matrimonio autodestructivo llamada La gata sobre el tejado de zinc (apunte: quien no haya visto esta película no sabe lo que es interpretar); junto a Richard Burton rodó la faraónica Cleopatra, La fierecilla domada o ¿Quién teme a Virginia Woolf?, film que le reportó su segundo Oscar y por el que le gustaría ser recordada; robó protagonismo a la mismísima Katherine Hepburn en De repente, el último verano; Spencer Tracy la acompañó al altar en El padre de la novia. Y así podríamos repasar una carrera plagada de interpretaciones únicas.

Quienes la conocieron la describen como una mujer de fuerte personalidad pero de débil salud, una mujer tremendamente cálida a pesar de la frialdad de su rostro, una mujer delicada y encantadora a pesar de sus papeles de mujer dura y cruel. Una mujer, en fin, llena de contradicciones, como cualquier ser humano. La diferencia es que ella era, además, la más brillante de las estrellas de Hollywood; una estrella que siempre recordaremos. DEP.

martes, 22 de marzo de 2011

Si eso es lo que quieren…

Los productores de la CBS no se si están locos, si son idiotas o simplemente quieren acabar de una vez por todas con Dos hombres y medio. Vaya por delante, como ya he dicho en alguna ocasión, que la citada serie me parece mala entre las malas, cutre, sin gracia, sobreactuada, pretenciosa, ordinaria y chabacana. Vamos, que no hay por donde cogerla. El caso es que hasta ahora, la serie era la gallina de los huevos de oro de la cadena. Tanto ganaban los productores, que convirtieron a Charlie Sheen en el actor mejor pagado de la televisión. ¡Ajá! Ahora llegamos al quid de la cuestión: tanto malcriaron a este niñato que al final el asunto se les ha ido de las manos.

Sheen se ha creído una especie de dios que considera que cualquier cosa el haga tiene que ser consentida. No voy a hablar ahora de los mil y un escándalos que ha provocado el sujeto éste en su afán de resultar escandaloso (lo que no deja de ser patético en un padre de familia con varios matrimonios a sus espaldas). Tampoco voy a comentar su obsesión por el sexo, las drogas y el alcohol que han terminado por derrumbar su (patética) carrera.

Lo que realmente quiero criticar es lo que anunciaba en la primera línea: la locura de los mandamases de la CBS. Y es que la cadena que posee los derechos de Dos hombres y medio está pensando en reanudar la filmación sustituyendo a Sheen por… ¡Rob Lowe! La noticia ha corrido como la pólvora por Internet. De hecho, yo escribo estas líneas varios días después de leer la noticia, una vez recuperado del shock inicial que me produjo semejante decisión.

Alguno se preguntará el motivo de mi perplejidad. Muy sencillo: si hay un actor de la generación de Sheen que se le acerca en número de escándalos y en su grado de inmadurez patológica, ése es Rob Lowe, estrella juvenil gracias a Coppola (reverencia), venida a menos hasta que le regalaron un papel en la grandiosa El ala oeste de la Casa Blanca, del reciente ganador del Oscar, Aaron Sorkin (doble reverencia). Pero no sólo por sus escándalos es llamativa la elección del actor de Rebeldes, sino también porque su filmografía brilla por la ausencia de papeles cómicos al estilo Dos hombres… En fin, no me toca a mi juzgar la decisión, sino a los directivos de la CBS: al fin y al cabo es su dinero y si ellos deciden tirarlo es su problema…

lunes, 21 de marzo de 2011

Hawaii 5.0

Si hay un personaje que me cae mal en El séquito, es el interpretado por el insoportable hijo de James Caan, de nombre Scott. En Lost, me pasaba algo parecido con Jin, hasta que dio uno de los cambios más conseguidos de la serie transformando su historia en una epopeya de amor que emocionó a millones de espectadores. Ahora, Caan y Daniel Dae Kim (que así se llama el actor de Lost) se juntan ahora para hacer un remake (¡horror!) de una serie de culto (doble horror) un poco en la línea del nuevo V (desastre total). Así nos quisieron vender Hawaii 5.0, una serie que ofrece una mirada contemporánea a la clásica serie sobre una unidad de élite federal cuya misión es eliminar el crimen que prolifera en las soleadas playas de la isla de Hawaii. El detective Steve McGarrett (Alex O’Loughlin, Moonlight), es un oficial naval condecorado que ha decidido reconvertirse en policía y regresar a Oahu para investigar el asesinato de su padre, pero que termina quedándose después de que el gobernador le ofrezca liderar a un nuevo equipo con sus propias reglas, sus miembros y total inmunidad para perseguir y detener a los mafiosos que pueblan la isla.

La serie, tal y como la vendieron y con el reparto que tiene, parecía que iba a durar dos telediarios. Sin embargo, mi sorpresa fue enorme cuando vi el primer capítulo, lleno de humor y acción. Me pareció una serie entretenidísima y perfecta para irte a la cama con la sensación de que ese día has cumplido, has hecho las cosas bien y el descanso que te has tomado para ver esta serie ha sido tremendamente fructífero.

Poco más puedo contar, pues reconozco que he visto poco más de diez capítulos (mea culpa!) a pesar de que la temporada debe lleva ya casi veinte capítulos emitidos, pero es que los días sólo tienen 24 horas…

viernes, 11 de marzo de 2011

Simplemente Sherlock

Muchas son las series de las que he hablado en estos tres meses largos. Sin embargo, repasando los post me doy cuenta de que todavía me falta por hablar de dos series de las que prometí hablar. Se trata de Daños y perjuicios y Sherlock.

De la primera tardaré un poco más en hablar, pues todavía tengo cierto margen entre lo que duran sus temporadas y por tratarse de una serie de la que hay que estar de humor para hablar de ella. No porque sea mala (todo lo contrario) sino porque es una serie corriente, y más si la ponemos al lado de esa rareza llamada Sherlock.

La serie es una puesta al día del personaje más famoso de Sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes. Con el precedente del largometraje rodado por Guy Ritchie e interpretado por el excelentemente recuperado (thanks God!) Robert Downey Jr., la serie traslada al personaje al siglo XXI. Una apuesta arriesgada, pero no tanto (si tenemos en cuenta los riesgos corridos por la película antes citada). Una serie, eso sí, muy británica tanto para bien como para mal. Sin embargo, el saldo tras el tríptico inicial es ciertamente muy bueno.

Sí, es cierto que es más difícil cagarla en una temporada de sólo tres capítulos que en una de veinte. Aunque excepciones hay (recuerdo una temporada de sólo ocho capítulos de El Séquito que in my opinion es la peor, si tal calificativo se puede emplear para una joya como la serie producida por Marky Mark). Sí, también es cierto que se basan en unos textos muy buenos con los que es difícil meter la pata. Y sí, es británica, por lo que aseguras antes de empezar que la ambientación será perfecta y que será una producción cuidada al milímetro. Sin embargo, tenemos casos recientes (y no voy a citar ninguno) donde, teniendo todos los ingredientes para hacer una serie de primera, el resultado ha sido de vergüenza ajena.

Tras tres capítulos, Sherlock volverá con una segunda temporada  y con la seguridad que da el éxito de crítica y público. Sin embargo, yo prefiero que la serie no se alargue demasiado, pues creo que parte de su encanto es ese aire a miniserie que me produjo la primera temporada…

lunes, 7 de marzo de 2011

The Kennedys

Todavía no me creo que vayamos a poder ver The Kennedys en España. La saga más famosa de la historia siempre ha tenido un aura de misterio, intriga, pasión, engaños, y traiciones que me han atraído como un vértigo, como esas amistades que sabes que son peligrosas pero a las que no puedes dejar por la fascinación que te provocan. El fomes peccati: la inclinación al mal que nos encandila con su aroma de placer fácil. Así son los Kennedy.

Pero si hay algo que nos atrae más que todo el carisma que desprenden las vidas de los miembros de esta singular familia, es la tragedia que truncó la vida de todos ellos. John fue asesinado por ¿Oswald? mientras saludaba a la gente desde su coche. Desaparecía con él la persona que metió a EE.UU. en la guerra de Vietnam, pero también la cara de la esperanza y la vitalidad del pueblo americano. Por este motivo JFK será recordado por muchos como el presidente con más autoridad del siglo XXI, aunque la mayoría lo recuerde como el destinatario del famoso happy birthday de la también malograda Marilyn. ¡Qué pena!

En segundo lugar murió Robert, Bobby, también asesinado tras un famoso discurso en el Hotel Ambassador. Él era el favorito en todas las encuestas, pero otro loco acabó con uno de los mejores juristas de América. ¡Qué presidente se perdió el mundo por culpa de un miserable! A quien no la haya visto, le recomiendo una película llamada Bobby, donde se plasma a la perfección el vacío de la juventud americana y la desolación de sus adultos. En ese ambiente de personas a cual más perdida aparece Bobby para reunirlas en el Hotel Ambassador y dirigirles unas palabras electrizantes que ayudó a despertar del letargo a sus conciudadanos. Católico practicante, Robert Kennedy será recordado por la firmeza de sus convicciones y la claridad de sus ideas que ayudaron a levantar el país.

Por último, Ted, senador demócrata muerto hace unos años, fue el único cuyo drama fue buscado por él: al volver de una fiesta tuvo un accidente con su coche, que se hundió en un lago. Él consiguió escapar, pero su amante no tuvo la misma suerte. Teddy, temeroso de que aquello organizara un escándalo que acabara con sus aspiraciones políticas, huyó del escenario, dejando a su amante morir. Por ser quien era, nunca pisó una cárcel, aunque el episodio le impidió ser el tercer Kennedy al asalto del la Casa Blanca.

Estos son los tres interesantísimos protagonistas de The Kennedys. ¿Te la vas a perder?

viernes, 4 de marzo de 2011

Buena, pero no tanto

He de reconocer que no sé qué narices están haciendo los guionistas de Modern Family, pero me mosquea. Es más, mi mosqueo se está convirtiendo poco a poco en enfado. En primer lugar, no entiendo por qué están repitiendo capítulo por capítulo la temporada pasada: que si el payaso de Cam, que si un nuevo San Valentín, que si la madre loca a la que Mitch adora,… ¡sólo falta que a final de temporada toda la familia haga de nuevo un viaje a algún lugar exótico! Resulta realmente frustrante ver como la serie más original de la temporada pasada disuelve su ingenio en reiteraciones vergonzosas. A mí me duele, de verdad. Tampoco quiero hacer un drama: Modern Family sigue siendo extrañamente divertida y cada vez es más mordaz y se toma menos en serio a sí misma (¿alguna vez lo hizo?). En resumen, sus virtudes siguen pesando mucho más que sus defectos.

Aun así, la serie protagonizada por esta disfuncional familia tendrá que mejorar, pues el éxito arrollador de ese fast food tendencioso y tremendamente gay que es Glee pronto se verá recompensado por los servicios prestados a los demoniacos lobbies que dominan Hollywood (y que no voy a citar por miedo a represalias de estos nazis del siglo XXI sibilinos y manipuladores).

Sí, así es: cualquier serie que quiera ganar a Glee en la temporada de premios de este año tiene que ser mucho mejor que la serie musical. No sirve con ser un poco mejor, ni siquiera con ser mejor a secas ni claramente mejor. No; tiene que ser mucho mejor, pues Glee, como los pelotas en el colegio, parte con dos puntos de ventaja antes del examen al haber contestado correctamente todas las preguntas de lo que es una serie políticamente correcta.

En fin, Modern Family sigue siendo una gran serie: divertida y con un ritmo agilísimo. Sin embargo, corre el riesgo de repetirse como el ajo sino sigue creciendo. Aunque claro, es difícil crecer cuando partes del 9,8. ¿Será que se ha pasado el factor sorpresa de un falso documental y que en realidad nunca fue graciosa? Por el bien de la humanidad, espero que no.