Cuando Patrick Jane acabó con su archienemigo en el último capítulo de la temporada pasada, muchos nos temimos que en realidad éste no fuera John el Rojo. Y es que no casaba la idea de un John muerto durante toda la cuarta temporada cuando su sombra ha planeado por todos los capítulos de cada temporada anterior. Además, el Josh de El ala oeste de la Casa Blanca no podía ser el temible hombre que asesinó a la familia de Jane. Este segundo punto ya lo dije claramente en mi último post sobre la serie, criticando la elección de la (supuesta) némesis del mentalista.
Después del ejercicio de deducción que acabo de protagonizar, puedo decir con orgullo que nuestros temores se han cumplido: John el Rojo sigue vivo y Patrick está más dispuesto que nunca a acabar con él. Ahora la serie mantiene su razón de ser y ha recuperado el interés que había perdido en los últimos capítulos. Desde luego, la autocampaña de marketing ha sido perfecta y, los resultados, apabullantes.
En esta cuarta temporada, esperamos un Patrick mucho más lanzado, ahora que tiene a John a tiro. Lisbon, cada vez más rendida al encanto de Jane, le seguirá a-donde-quiera-que-él-vaya. El resto de personajes se irán difuminando, pues la acción de la serie lo requiere y Patrick Jane lo necesita si esta temporada quiere atrapar al asesino de su familia. Porque, si los guionistas son listos, esta temporada se centrará en John y Jane, para dar carpetazo a la serie a lo grande en esta temporada. Los personajes se lo mereces; y los fans necesitamos una serie que no derive en culebrón por una indigestión de temporadas (véase Cómo conocí a vuestra madre).
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