miércoles, 21 de septiembre de 2011

El declive del imperio americano continúa

Si hay una serie capaz de provocar desazón y angustia mientras esbozamos una sonrisa, esa es Breaking Bad. La serie, gran ausente de los Emmy de este año por los ajustes horarios de las cadenas, es una de las grandes series del momento, tal y como demuestra la cuarta temporada que está a punto de terminar en Estados Unidos. Además, ahora que se ha hecho oficial que Mad Men perderá un año por los mismos motivos que BB, es más que posible que su cetro como Drama número 1 de la televisión americana pase a las manos de este moribundo que mete a traficante de drogas.
El argumento puede resultar escabroso y, podéis creerme, lo es. Escabrosa y macabra. Porque la serie es dura, pero algunas situaciones son tan ridículas que hacen reír. Además, la serie cuenta con dos protagonistas que son los antagonistas perfectos por la improbabilidad de su relación. Bryan Cranston y Aaron Paul bordan unos papeles por los que ya han ganado el Emmy con toda justicia.
Sin embargo, hay un pero muy grande que se le puede poner a esta serie. Un error descomunal que puede herir de muerte al Sr. White, y es el lio de fechas al que AMC está sometiendo a la serie. Esta vez se ha perdido año; la próxima puede que sea el final definitivo de Breaking Bad. Es cierto que el problema no es de la serie, sino de la ceguera monumental de los productores. Tal vez por eso digan que el mayor enemigo es el que no se ve…
Y es que la crisis viene por la avaricia. Y ya se sabe que la avaricia rompe el saco. Por eso esta crisis es una crisis de valores, tal como explica un venerable anciano vestido de blanco y con zapatos rojos y tal como intuye Too big to fail. ¿Defectos de la peli? Que se queda a medio camino, pues expone la situación pero no ofrece esperanza. Esa es la diferencia entre el anciano de zapatos rojos y el cine: que se atreve a proponer soluciones.

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