
Sorprendente ya fue que se nominara a Kathy Bates en lugar de la maravillosa Katey Sagal en el apartado dramático. Sin embargo, premiar a la McCarthy en el apartado de comedia quitó el hipo a más de uno. Si un pero se le puede poner a la noche fue, sin duda este premio. Robar un Emmy a Laura Linney de esta manera no tiene gracia, aunque la entrega fuera de los mejores momentos de la noche. Modern Family fue la única serie que cumplió los pronósticos y se hizo con cinco Emmys, entre ellos el de mejor comedia del año. También para la familia disfuncional fueron los premios a los mejores secundarios (en concreto para el divertidísimo matrimonio Dunphy, interpretados por Ty Burrell y Julie Bowen). Por último, Jim Parsons batió a Steve Carrell como mejor actor y se hizo con su segundo Ángel consecutivo por su papel de Sheldon Cooper.
En el apartado de drama tan sólo se cumplieron dos pronósticos: mejor actriz para Julianna Margulies por su inmenso papel en The good wife y mejor secundario para Peter Dinklage, ese pequeño gran actor que sorprendió a todos en Juego de Tronos. El resto, una deliciosa sorpresa detrás de otra: en primer lugar, el mejor actor fue para Kyle Chandler en su despedida como entrenador en Friday Night Lights, imponiéndose a Hamm y Buscemi, grandes favoritos. La actriz secundaria fue para Margo Martindale por su aterrador papel en Justified, dejando en la cuneta al dúo magnifico, a saber: la Panjabi y la Baranki, ambas nominadas por The good wife. Juego de Tronos y Boardwalk Empire fueron apeadas a última hora por Mad Men, serie que triunfa por cuarto año consecutivo.
Pero la gran sorpresa de la noche vino en los premios a las mini-series o películas para televisión. Y es que Mildred Pierce, gran favorita de la noche, sucumbió ante la calidad de Downton abbey, que veía como triunfaba más allá de sus fronteras (es británica) a pesar de ser ninguneada en los premios de su país. Mejor mini-serie o película, dirección, guión y actriz secundaria para las desventuras de nobles y plebeyos. Kate Winslet y Guy Pierce salvaron los muebles para la ficción de HBO en los roles protagonista y secundario, respectivamente. Barry Pepper hacía saltar de nuevo la campana al imponerse a William Hurt, inmenso en Too big to fail y su compañero en The Kennedys, Greg Kinnear.
En fin, una noche de sorpresas que hizo que nos fuéramos a la cama con una sonrisa. Ya sólo quedan 365 días para los Emmys 2012…
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