lunes, 24 de enero de 2011

Las locuras del rey Enrique

Hay una serie realmente buena y precisa históricamente de la cual todavía no he hablado. Se trata de Los Tudor, cuyo argumento se centra en el polémico reinado de Enrique VIII. A lo largo de seis temporadas se está siguiendo al monarca desde su acceso al trono tras la muerte de su hermano hasta la muerte del rey más polémico de Inglaterra.

Yo reconozco que, partidista de mi, estoy enganchado a la serie por un motivo principalmente: por fin se hace justicia con un rey despiadado y desquiciado que acabó sus días reconociendo que a la única mujer a la que había amado era a su despreciada Catalina, verdadera reina de los ingleses. Y es que la serie narra muy bien la manera en que la lujuria del rey acaba por poner en riesgo la vida de sus súbditos, humillando a una reina muy querida e hija de los todopoderosos emperadores españoles. Pero a él le dio igual: se encaprichó de una niñata ambiciosa de la que se cansó a los 1.000 días y acabó por matar.

Así era Enrique VIII: un hombre absolutamente voluble, encantador unas veces, aterrador otras, que dio rienda suelta a sus pasiones hasta volverse un déspota incapaz de escuchar a sus amigos y dejando su voluntad en manos de pérfidos y manipuladores hombres, los cuales acabaron siendo ejecutados junto a aquellos pocos que osaron seguir su conciencia sin ceder a las presiones reales. Es, por tanto, una serie muy fiel en su narración de los hechos que acontecieron, pero sin duda demasiado gráfica a la hora de mostrar la lujuriosa vida del monarca, interpretado por un magnífico Jonathan Rhys Meyers que, si bien no guarda ningún parecido físico con Enrique, logra transmitir la angustia y desazón del rey, así como su ambición y crueldad. En fin, una serie que tumba por fin la imagen heroica de este soberbio (en el mal sentido) personaje y que es altamente recomendable para un público adulto.

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