jueves, 27 de enero de 2011

De espías y hombres

Hoy me he levantado de buen humor, así que me decido (¡por fin!) a hablar de Chuck, una “comedia de espías” más bien tonta y fácil de digerir, pero sin duda, un divertimento puro. Y que, además, ve mucha más gente de lo que parece. Es como el McDonald’s: a todo el mundo le encanta, pero nadie lo reconoce. El único caso similar al de Chuck es el los frikis de Big Bang, aunque poco a poco la población mundial va dando su brazo a torcer hasta reconocer al gran Sheldon Cooper como el rey de la comedia (por mucho que les pese a algunos snobs que prefieren el humor procaz de esa estupidez llamada Curb your enthusiasm).

            Afortunadamente, los días de Larry David y Seinfield han acabado, dejando paso a un humor más sencillo, menos retorcido (y algunos dirán que menos inteligente pero, ¿quién quiere inteligencia en la comedia? Ingenio, sí; humor, también; inteligencia, no).

Chuck cuenta la historia que, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, se ve inmerso en una trama de espionaje de la que él es la pieza clave. Por este motivo, se ve obligado a trabajar codo con codo con la CIA haciéndolo compatible con su trabajo de anodino dependiente de una tienda de electrónica. La serie se ríe de toda la serie se superhéroes que intentar compatibilizar dos estilos de vida, pero de forma especial se honra a Superman. Pero no me entiendan mal: no es una serie de ciencia ficción, ni mucho menos una serie de superhéroes. Es, simplemente, una Misión: Imposible con una única intención: divertir. Y lo consigue con creces. Misión cumplida.

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