viernes, 28 de enero de 2011

V de vergüenza

Diana vuelve a 'V'
Es bastante curioso cómo el mundo de las series de televisión made in USA se está llenando de (innecesarios) remakes. Al igual que el cine, esta nueva moda corre el riesgo de acabar con la creatividad de los guionistas y, por tanto, con esta edad de oro que vive la ficción televisiva norteamericana. Porque cuando no se copia plano a plano, diálogo por diálogo (cosa que hacen Shameless y Skins), la historia suele fallar.

Este es el caso de V, cuya primera temporada de la nueva versión era un rollo pretencioso y malo: una especie de culebrón con alienígenas y ni pizca de acción. En fin, que ante el fracaso evidente que iba a suponer esta nueva invasión de lagartos, los productores se han visto obligados a contratar a la mala más mala de la historia de la televisión: la Diana del original. ¿Alguien puede olvidar aquel momento terrorífico y romántico al mismo tiempo en el que comía ratones? Yo era pequeño cuando lo vi, pero se me ha quedado grabado a fuego en la retina. En un alarde de originalidad, el papel que encarnará Jane Badler (que es como se llama este mito de los ochenta) se llamará Diana e interpretará a la madre de Anna, la actual jefa de los visitantes y única capaz de enfrentarse a su hija. Según los productores, el papel será de suma importancia para el desarrollo de los acontecimientos.

En fin, esperaremos a ver a si la presencia de la Badler anima un poco este cotarro por lo demás insulso y descafeinado cuyo título debe hacer referencia a la vergüenza del espectador ante semejante despropósito.

jueves, 27 de enero de 2011

De espías y hombres

Hoy me he levantado de buen humor, así que me decido (¡por fin!) a hablar de Chuck, una “comedia de espías” más bien tonta y fácil de digerir, pero sin duda, un divertimento puro. Y que, además, ve mucha más gente de lo que parece. Es como el McDonald’s: a todo el mundo le encanta, pero nadie lo reconoce. El único caso similar al de Chuck es el los frikis de Big Bang, aunque poco a poco la población mundial va dando su brazo a torcer hasta reconocer al gran Sheldon Cooper como el rey de la comedia (por mucho que les pese a algunos snobs que prefieren el humor procaz de esa estupidez llamada Curb your enthusiasm).

            Afortunadamente, los días de Larry David y Seinfield han acabado, dejando paso a un humor más sencillo, menos retorcido (y algunos dirán que menos inteligente pero, ¿quién quiere inteligencia en la comedia? Ingenio, sí; humor, también; inteligencia, no).

Chuck cuenta la historia que, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, se ve inmerso en una trama de espionaje de la que él es la pieza clave. Por este motivo, se ve obligado a trabajar codo con codo con la CIA haciéndolo compatible con su trabajo de anodino dependiente de una tienda de electrónica. La serie se ríe de toda la serie se superhéroes que intentar compatibilizar dos estilos de vida, pero de forma especial se honra a Superman. Pero no me entiendan mal: no es una serie de ciencia ficción, ni mucho menos una serie de superhéroes. Es, simplemente, una Misión: Imposible con una única intención: divertir. Y lo consigue con creces. Misión cumplida.

miércoles, 26 de enero de 2011

Allá ellos

Aunque no tenga nada que ver con as series de televisión, lo primero que quiero decir es que me parece vergonzoso que los académicos hayan dejado fuera de la carrera hacia el Oscar a Cristopher Nolan, el magnífico director de la impactante Origen. Dicho esto, también quiero poner a parir a aquellos comentaristas que se dedican a poner a parir en la red a lo que ellos llaman “adolescentes cachondos”, mientras ponen en un pedestal a series cuyo único argumento son las tetas y los culos. Con perdón, pero es así.

En este caso me refiero a una serie muy concreta que es el del panfleto semi-pornográfico llamado Californication. Es de la mayor hipocresía del mundo criticar la pornografía y a los obsesos sexuales (lo que las mujeres llaman “baboso”), mientras le ríen las gracias a un adicto al sexo cuya existencia es irreal, inhumana y enfermiza. Resulta increíble que todavía se juegue con el sexo de la manera en que se hace cuando no hacen más que crecer los embarazos no deseados (este nombre siempre me ha parecido contradictorio, salvo en un caso muy concreto y evidente) y los abortos, así como las violaciones, los abusos a menores, las roturas familiares por infidelidad, la promiscuidad (origen de casi todas las enfermedades de transmisión sexual) y un largo etcétera que están llevando a nuestra sociedad hacia un abismo espeluznante. 

Por este motivo, es evidente la irresponsabilidad que determinadas cadenas están cometiendo. Alguno pensará que exagero, pero quien tenga cogido el pulso a la sociedad en general (y a la americana en particular) sabe la importancia que tiene la televisión en las vidas de los espectadores. Lástima que los productores sean tan irresponsables y los actores tan vendidos. Pero allá ellos.

Alguno me tachará de falso por criticar esta serie y no citar siquiera a Hung. A esos les digo que también tengo cera para la serie del gigoló, pero antes tenía que ocuparme de esta por su éxito entre el publico, especialmente el varón veinteañero…

martes, 25 de enero de 2011

Trio fallido

Tras hacer un repaso de las series sobre las que he hablado, me doy cuenta de que tan sólo he hablado de dos series que no me gustan (Glee y Shameless, por si nadie se había dado cuenta). Con esto, puedo dar la imagen equivocada de que toda serie americana me gusta. Por este motivo, me decido hoy a escribir este post sobre series que no me gustan por un motivo o por otro.

Así, en primer lugar, me parece insoportable Castle. ¿Por qué? Porque es El Mentalista pero sin gracias, sin personajes atractivos y sin un McGuffin de interés. Además, la atracción mutua de los protagonistas da repelús más que otra cosa y sus guiones se creen más divertidos e inteligentes de lo que son. Además, el escritor protagonista me parece un subnormal egocéntrico que siempre tiene el chiste malo en la punta de los labios. Por supuesto, he conocido gente que vive emocionada con Castle y que esperan ansiosos cada semana un nuevo capítulo. Yo, en cambio, esa noche prefiero dormir, pues me parece mucho más productivo…

Otra de esas series que congrega a millones de fanáticos frente al televisor es Ley y Orden, en cualquiera de sus tres versiones (o las que haya). Creo que, aparte de pretenciosa, es una serie tremendamente sórdida y amoral, tratando con inhumanidad temas realmente fuertes y dolorosos. Sin embargo, la franquicia parece que tiene vida para rato, pues todavía no existe en la parrilla televisiva un producto que mezcle la investigación policial con los procesos judiciales (ejemplos vagos los encontramos en The good wife gracias al personaje de Kalinda), por lo que el hueco que dejarían sería difícil de llenar. Digo esto para confirmar que hubo un tiempo en el que L&O me gustaba, pero tantas temporadas me terminaron por agotar. Y es que los años no perdonan a nadie…

Me gustaría terminar con una serie recientemente estrenada en USA. Se trata de Skins, segundo remake de la temporada sobre un original británico. Pero, al igual que Shamelles, tiene un defecto descomunal: el mimetismo del guión al original, le resta espontaneidad al texto pues, lo que en principio debería ser una interpretación, pasa a ser una imitación del original. Además, si la versión inglesa ya era escandalosa, chabacana y tremendamente marginal, este nuevo intento se pasa de la raya buscando llamar la atención mediante la exposición de menores en paños menores (o sin paños, directamente). Porque sí, en esta ocasión son adolescentes de verdad los que interpretan a los adolescentes de ficción: un intento de dar realismo a una serie que muestra una juventud obsesionada con el sexo, las drogas y el alcohol…

lunes, 24 de enero de 2011

Las locuras del rey Enrique

Hay una serie realmente buena y precisa históricamente de la cual todavía no he hablado. Se trata de Los Tudor, cuyo argumento se centra en el polémico reinado de Enrique VIII. A lo largo de seis temporadas se está siguiendo al monarca desde su acceso al trono tras la muerte de su hermano hasta la muerte del rey más polémico de Inglaterra.

Yo reconozco que, partidista de mi, estoy enganchado a la serie por un motivo principalmente: por fin se hace justicia con un rey despiadado y desquiciado que acabó sus días reconociendo que a la única mujer a la que había amado era a su despreciada Catalina, verdadera reina de los ingleses. Y es que la serie narra muy bien la manera en que la lujuria del rey acaba por poner en riesgo la vida de sus súbditos, humillando a una reina muy querida e hija de los todopoderosos emperadores españoles. Pero a él le dio igual: se encaprichó de una niñata ambiciosa de la que se cansó a los 1.000 días y acabó por matar.

Así era Enrique VIII: un hombre absolutamente voluble, encantador unas veces, aterrador otras, que dio rienda suelta a sus pasiones hasta volverse un déspota incapaz de escuchar a sus amigos y dejando su voluntad en manos de pérfidos y manipuladores hombres, los cuales acabaron siendo ejecutados junto a aquellos pocos que osaron seguir su conciencia sin ceder a las presiones reales. Es, por tanto, una serie muy fiel en su narración de los hechos que acontecieron, pero sin duda demasiado gráfica a la hora de mostrar la lujuriosa vida del monarca, interpretado por un magnífico Jonathan Rhys Meyers que, si bien no guarda ningún parecido físico con Enrique, logra transmitir la angustia y desazón del rey, así como su ambición y crueldad. En fin, una serie que tumba por fin la imagen heroica de este soberbio (en el mal sentido) personaje y que es altamente recomendable para un público adulto.

jueves, 20 de enero de 2011

Puigcorbé, de nuevo en la pomada

Como tengo un par de lectores en México (eso como mínimo), no suelo escribir sobre series españolas, para no hacerles un feo y que el blog no pierda este carácter universal no buscado pero gratamente aceptado. Sin embargo, hoy tengo pensado hacer una excepción, pues ayer se estrenó una nueva mini serie sobre la vida de la Reina Sofía. La noticia no tendría mayor trascendencia si no fuera porque Juanjo Puigcorbé, célebre intérprete de Juan Carlos en el pastelón sobre Felipe y Letizia, se transforma ahora en don Juan, el heredero que nunca llegó a reinar.

Precisamente es por Puigcorbé por el que recomiendo esta nueva mini serie sobre los años de juventud de una reina más querida que los Borbones. Juanjo no es sólo un grandísimo actor, sino que, además, no tiene pelos en la lengua a la hora de decir lo que piensa. Como prueba de esto último, les recomiendo que vean el siguiente vídeo:




Mucho se criticó el papel de Puigcorbé en la telenovela romanticota sobre el romance del Príncipe, pero yo he de partir una lanza en su favor, pues reconozco que me gustó. Y mucho. Algunos le criticaron su sobreactuación y la caricatura que hacía del rey, cuando lo cierto es que el rey es, cada vez más, una caricatura de sí mismo. No voy a decir que su representación sobrepasara los límites de la interpretación, pues es un tópico demasiado pedante y, además, sería mentira. Pero el mimetismo paródico con el que imitaba al monarca merece reconocimiento. Sobre todo si tenemos en cuenta que es el mejor del reparto con diferencia y que, para patetismos, el de Marisa Paredes imitando a una reina con acento de Ginebra y voz ronca.

Lo dicho, Juanjo Puigcorbé vuelve a la televisión con más fuerza que nunca, dispuesto a convertirse en un icono televisivo que se haga indispensable en la parrilla televisiva. Genio y figura hasta la sepultura.

miércoles, 19 de enero de 2011

Mejor no conocerlo

No entiendo la manía que tiene Hollywood de premiar cierto material polémico. Cuando se trata de amor salvajemente homosexual la Academia se achanta (caso de las sobrevaloradas Brokeback Mountain y Transamerica. Sin embargo, con todo lo que tenga que ver con eutanasia, aborto, y demás asuntos de dudosa moralidad, se envalentona y premia sin límite. Un doble rasero con otras incongruencias: las escenas de sexo siguen siendo un  obstáculo para que los menores de 18 años puedan ver una película, mientras que la eutanasia es no sólo apta para todos, sino también altamente recomendable, pues enseña a los niños las bondades de la compasión. ¡Tóquese usted el níspero, don Baldomero!

Imagen del verdadero (y terrorífico) Doctor Muerte
Todo esto viene a cuento por el enésimo premio que se ha adjudicado Al Pacino por su interpretación de Jack Kevorkian, más conocido como el Doctor Muerte, por su afición a inventar artilugios que sirvieran a la gente a suicidarse mientras el observaba morbosamente como agonizaban las víctimas. Ahora, además del Emmy, tiene el Globo de oro por este papel.

El telefilm por el que se le ha premiado, No conoces a Jack, es torticero y manipulador como pocos, aunque el espectador mínimanente crítico se dará cuenta de la crueldad que emanan todos los caritativos actos del protagonista, cuyo papel se limita a asistir a los suicidas. Para colmo, el reparto también cuenta con Susan Sarandon, mujer panfleto donde las haya, que tiene aquí el dudoso honor de representar a una activista a favor del suicidio asistido. Y que conste que esto último lo digo sin acritud, porque a mi Susan Sarandon me encanta. Y también Al Pacino. Pero, precisamente porque me gustan, me cabrea enormemente que hayan aceptado esta torpe y aburrida película que dirige Barry Levinson, autor de Rain Man y La cortina de humo que demuestra aquí que cualquier tiempo pasado fue mejor. En definitiva, no sólo no conozco a Jack, sino que me echaría a temblar si algún día me lo presentan.

martes, 18 de enero de 2011

Con ellos llega el escándalo

La escandalosa familia al completo
Todavía resacosos por la entrega de los Globos de Oro, las productoras ya están pensando en la próxima entrega de los Emmy, que tendrán lugar en agosto. Ahí es realmente donde se juegan los cuartos, pues todas las temporadas han acabado y se puede valorar con justicia. O, por lo menos, con más criterio que en los Globos, donde se ha nominado a series que sólo habían emitido siete u ocho capítulos, y eso es síntoma de que se dejan llevar más por el éxito de una serie que por la calidad de la misma.

Pero me estoy desviando del tema que realmente quiero tratar: las nuevas series que entrarán en la terna por los Emmy. Hoy sólo me detendré en una, que parece que puede colarse en alguna categoría interpretativa. Me refiero a Shameless, comedia (sub)urbana que en nuestro país se emite casi a la vez que en USA pero con subtítulos en castellano.

Por ahora sólo se ha emitido el piloto, por lo que es difícil juzgar, pero todo parece que contará el día a día de una familia disfuncional americana (y van…). Al contrario que otras comedias sobre familias peculiares, cuyo humor no es nada hiriente, en Shameless todos los personajes hacen honor al título y cada uno es más bestia que el anterior. Así, en el piloto hemos tenido ocasión de ver culos y tetas, sino que también hemos tenido que aguantar frontales masculinos e incluso un par de felaciones (practicadas a menores, para más inri).

En fin, que desvergonzados es lo mínimo que se puede llamar a estos personajes absolutamente deplorables cuya única razón de ser es el escándalo que provocan sus sexuales correrías. Y es una lástima, pues se desperdicia un buen reparto al que, en otra serie, desearía buena suerte.

lunes, 17 de enero de 2011

Los Globos (casi) se reinventan

Los Globos de Oro de este año han conseguido confundirme. Sobre todo en lo que ha comedia se refiere. Y es que resulta vergonzante que una serie tan tramposa, infantil y ñoña haya vencido a Nurse Jackie, The big C, 30 Rock, The Big Bang Theory y Modern Family. Me pregunto que se habrían fumado los votantes cuando decidieron que este High School de veinte capítulos merece ser considerada la mejor comedia de la temporada.


Lynch y Colfer, mejores secundarios por Glee
 También me ha roto el saque que Chris Colfer se haya alzado con el galardón al mejor intérprete secundario en una serie, mini serie o película para la televisión. Y me sorprende, no porque no lo haga bien, sino por el altísimo nivel del resto de los nominados. Además, como gay es infinitamente más divertido, inteligente, mordaz, ácido e histriónico el también nominado Eric Stonestreet, además del memorable Ty Burell, ambos de Modern Family.



El tercer motivo de mi sorpresa es que el reparto de premios ha sido el más justo que recuerdo desde hace años. ¿Previsibles? Para mi sí, porque lo previsible es siempre que gane el mejor, cosa que ha sucedido este año salvo las dos citadas excepciones y el Globo como mejor comedia para Los niños están bien, esa historia de bolleras, hecha por una bollera (o por lo menos tiene una pinta de lesbiana que no puede con ella) para un público bollero (dudo que algún heterosexual quiera ir a verla…). Pero claro, aquí la competencia no era muy dura.

En fin, que la noche ha encumbrado claramente a dos series. Y es que las grandes triunfadoras han sido Boardwalk Empire y Glee: la primera alzándose con los galardones a la mejor serie dramática y mejor actor dramático para el grandioso Steve Buscemi; la segunda, logrando reconocimiento tanto como mejor comedia como para sus secundarios (Colfer en el apartado masculino y la magnífica Jane Lynch en el femenino. ¿O era al revés?).
Boarwalk Empire destrona a Mad Men en un año de grandes dramas

El resto de galardones los acertamos: Jim Parsons (Big Bang) y Laura Linney (The big C), han sido considerados los mejores actores de comedia, mientras que la siniestra Katey Sagal se ha alzado con el globo a la mejor interpretación femenina en un drama por su personaje en Sons of Anarchy. Resultado: seis aciertos de ocho posibles. No está mal, pero no me resigno: el año que viene volveré a apostar contra Glee.

Para acabar este post, no puedo dejar de hablar de la polémica que ha sido la presentación de Ricky Gervais: habrá a quien le haya hecho gracia, pero a mí me ha parecido simplemente lamentable. Shame.

jueves, 13 de enero de 2011

Una de zombies

Existe el problema, cuanto te enfrentas a hablar de una serie, de dejar aflorar tus prejuicios y acaben por determinar el resultado final de tu comentario. Eso es lo que me puede pasar hoy, pues ponerme a hablar de The Walking Dead cuando aborrezco los zombies es una tarea harto insoportable. Pero el éxito de la serie merece aunque sea un comentario, por escueto que sea.

"The Walking Dead" narra la historia de una Apocalipsis zombie y sigue a un grupo de supervivientes, liderados por el policía Rick Grimes, que viaja a través de los Estados Unidos tratando de poner sus vidas a salvo. Rick es un ayudante del Sheriff de un pueblo de Georgia que estuvo en estado comatoso durante la irrupción de la plaga. Aunque el leit motiv de la serie -cuyo episodio piloto está dirigido y escrito por Frank Darabont, director de Cadena Perpetua- sea el terror  zombie, la narración se centra más en las relaciones entre los personajes, su evolución y comportamiento en las situaciones críticas. De hecho, quizás sea ésta la parte más interesante de esta primera temporada que ha contado con siete capítulos, ya que las escenas de zombies, aunque impactantes por la buena labor de maquillaje, carecen de la garra y la acción que se esperaba de ellas. Vamos, que son de una lentitud exasperante.

Aunque a mi, particularmente, no me gusta, hay que reconocer la buena mano de Darabont para bucear dentro de las motivaciones humanas, así como de todo el equipo técnico que consiguen que los zombies parezcan “reales”. También hay que reconocerle que ha llegado para llenar el único vacío que quedaba en la televisión: ahora, realmente podemos decir que hay de todo en la pequeña pantalla (tenemos musicales, dramas, comedias, de vampiros, de niñatos pijos, de mujeres, de hombres,… y, ahora, de zombies). Y, a juzgar por el éxito que ha tenido, ha cubierto un vacío bastante grande. Veremos a ver si el número de fans son suficientes para alzarse este domingo con el Globo de oro a la mejor serie dramática, al que está nominada. De momento, sus miles de seguidores están de enhorabuena: la serie contará con una segunda temporada de trece episodios que empezarán a emitirse en octubre.

miércoles, 12 de enero de 2011

Elegante perfección


Cuando me enteré de que Julian Fellowes, iba a escribir y producir una serie sobre una familia aristocrática de principios del siglo pasado y los entresijos de su envidiosa y soberbia servidumbre, me imaginé una especie de Gosford Park (maravillosa película por cuyo libreto Fellowes ganó un Oscar) pero de 6 horas de duración. Enseguida la boca se me hizo agua, emocionado ante tal posibilidad.

Cuando por fin se estrenó (en el Reino Unido, pues aquí todavía tendrá que esperar quien quiera verla por televisión), una cosa quedó bien clara: el cine británico sigue siendo único a la hora de ambientar tiempos pretéritos. Muchos son los ejemplos, pero en el último año hemos tenido dos especialmente que sirven como botón de muestra de la indudable profesionalidad de los británicos en este ámbito: El discurso del rey y la serie que hoy nos ocupa, Downton Abbey.

Estamos en Inglaterra, 1912. El Titanic acaba de hundirse y esto trae cambios inesperados a Downton Abbey, la casa de la familia aristocrática Crawley, cambios que afectarán en mayor o menor medida a todos los habitantes de la mansión. Y es que el heredero de la fortuna familiar ha muerto en el gran transatlántico, por lo que la herencia puede caer en manos de un primo lejano y dejar a la primogénita sin nada. A partir de aquí empiezan los movimientos para intentar solucionar este embrollo. Alrededor de esta historia vemos otras muchas subtramas, historias personales de los personajes, sobre todo de los miembros del servicio.

Si queremos poner un ejemplo de serie coral, aquí tenemos uno, y muy bueno. Señores y sirvientes se reparten el protagonismo casi a partes iguales. La lista de actores y actrices es kilométrica y en ella se mezclan nombres consagrados con otros que comienzan su trayectoria interpretativa. Por destacar algunos, vemos a la siempre magnífica Maggie Smith (doble ganadora del Oscar cuya fama para el gran público viene por interpretar a la profesora McGonagall en la saga Harry Potter), a Hugh Bonneville (Iris), quien encarna al señor de la casa, al mayordomo interpretado por Jim Carter (Shakespeare in love) o la condesa, el papel de Elizabeth McGovern (nominada al Oscar por Ragtime).

En definitiva, una serie con un reparto impecable y una producción de elegante perfección donde el espectador disfrutará sumergiéndose en las vidas de sus personajes. Para los que ya la han saboreado, una buena noticia: habrá, como mínimo, una temporada más.

martes, 11 de enero de 2011

De mujeres y de hombres

A pesar de que los premios y la crítica se han olvidado ya, sigue siendo una de las series con el público más fiel de la parrilla televisiva. Y es que las Mujeres desesperadas siguen dando mucho de qué hablar  gracias a sus temperamentos irascibles y sus reacciones histéricas.

La serie se desarrolla en Wisteria Lane, zona residencial situada en la imaginaria ciudad de Fairview, Eagle State. Trata de las vidas de cuatro amas de casa, a través de sus vidas domésticas a la vez que se revelan varios misterios acerca de sus maridos, amigos y vecinos. El tono y estilo de la serie combina elementos de drama, comedia, misterio, culebrón y sátira. Susan (Teri Hatcher), Lynette (Felicity Huffman), Bree (Marcia Cross) y Gabrielle (Eva Longoria) son el atractivo cuarteto protagonista.

Las desesperadas vecinas de Wisteria Lane
Según los estándares populares, Mujeres desesperadas es una serie únicamente destinada al público femenino, por lo que éstas son las que deben verla. Falso: yo creo que Mujeres desesperadas es una serie, sobre todo, para los hombres ya que es lo más cercano a una pelea en el barro entre féminas que se ha visto por televisión. ¡Cuánta razón tenía aquél cuando dijo que las mujeres hace tiempo que dominarían el mundo si no estuvieran tan preocupadas en odiarse las unas a las otras! Y, mientras, el hombre disfruta viendo cómo se despedazan, se vengan, se humillan mutuamente, se insultan, se envidian, y hasta se matan.

Sí, definitivamente Mujeres desesperadas es el intento de algún productor avispado por levantar el ánimo del desesperado esposo que llega a casa después de un duro día de trabajo y se deleita viendo cómo las mujeres se despellejan entre sí, por lo que él está a salvo. ¿O eso es lo que nos quieren hacer creer?

lunes, 10 de enero de 2011

El regreso de un clásico

Una recuperada Courtney Cox vuelve a la tv
Tras un fin de semana en el que he podido recargar algo mis pilas, hoy vengo a hablar de una de las series revelación de la temporada (al menos para mi). Porque Cougar Town no prometía mucho, a pesar de contar con la inigualable Courtney Cox, alias Monica Geller, como eje sobre el que recae todo el peso de la serie y sobre el que gira la mayor parte del argumento. O puede que esa fuera la razón por la que no tenía muchas esperanzas en la serie, pues no estaba seguro de querer ver a la ex de David Arquette fuera del mítico Central Perk.

Sin embargo, tras temporada y media, Cougar Town se ha ganado un puesto de honor entre las grandes ficciones norteamericanas hasta ser considerada por muchos como el reverso femenino de Entourage. Y es que, aunque no tengan nada que ver, Entourage es una serie de y para hombres, mientras que Cougar Town está interpretado por féminas y para un público femenino.

En la serie, Courtney Cox es Jules Cobb, una mujer recién divorciada y con un hijo, que vuelve a entrar en una escena llena de citas con hombres más jóvenes (lo que se conoce como una "cougar", literalmente puma en español, de ahí el título de la serie) mientras que vive con su hijo de 17 años, y se embarca en un viaje de auto-descubrimiento, rodeada de compañeros divorciados.

Dos elementos son los que me gustaría destacar: en primer lugar, sus guiones, agilísimos, con los diálogos más rápidos de la historia de la televisión y muy divertidos; en segundo lugar, Courtney Cox, encantadora y guapa, la edad la ha mejorado. Sin duda, el regreso más impactante de la temporada, legándonos otro personaje que, sin duda, se convertirá en un clásico.

viernes, 7 de enero de 2011

Demasiado cansado para escribir

Hoy es uno de esos días en los que siento que el rollo se me ha acabado y me considero incapaz de escribir ni una sola línea sobre una serie en concreto. Y me siento así por un motivo principalmente: estoy saturado de series. Me he pasado tanto tiempo mirando la pantalla del ordenador (la tele apenas la utilizo para ver series), que me siento incapaz de ser justo con las series que me quedan por comentar. Precisamente, en la última entrada quizás fui demasiado duro con Community, serie que, si bien me defraudó, no es tan mala como dejé entrever en el citado post. De hecho, recordando los mejores momentos de esta comedia con mis amigos, pasamos casi dos horas muy entretenidas.

En definitiva, como no quiero que me pase lo mismo con la retahíla de series que tengo pensado comentar la semana que viene, me voy a dar el gustazo de relajar hoy mi mente y no ver absolutamente nada, de tal forma que mañana estaré fresco para enfrentarme a: Downton abbey, Sherlock, Cougar town, Daños y perjuicios, Chuck, Ladrón de guante blanco, Luther y un largo etcétera que se verá completado poco a poco.

Posiblemente, cuando acabe de escribir sobre estas series las temporadas ya estarán acabando, con lo que me meteré a comentar los mejores finales (in my opinión, of course). A lo tonto a lo tonto, espero alargar el moco hasta la Semana Santa, tras la cual empiezan las nuevas temporadas de un buen puñado de series (entre ellas la última de Entourage, que yo espero como agua de mayo), lo que me mantendrá ocupado hasta el verano. Y más o menos este es el diario de este viaje. Espero llegar a buen puerto.

miércoles, 5 de enero de 2011

Algo es algo

Leí hace tiempo en un blog muy conocido que Community era una gran serie, a la altura de obras maestras como 30Rock y Modern Family. Como soy un fan del tío que escribe en dicho blog, cuyo gusto comparto casi al cien por cien. Reconozco que el tipo es muy políticamente correcto (critica a Lost, que en mi opinión es inmensa, pero alaba Fringe: patético) y se cree que está en la verdad absoluta, pero cuando alaba una serie lo hace con tanta pasión que te mete el gusanillo dentro…

Pero bueno, basta ya de hacer publicidad a la competencia. El caso es que empecé a ver Community con la ilusión de reírme de una forma inteligente y sin más información que la facilitada en el blog del que hablaba antes. A los treinta segundos de empezar el piloto esbocé mi primera sonrisa cuando la cámara enfocó a un mayorcísimo Chevy Chase, el payaso oficial de los ochenta. Empezamos bien, me dije irónicamente,  sin saber que aquella sonrisa sería la única que asomaría a mis labios en el interminable primer capítulo.

No obstante, decidí darle otra oportunidad y, poco a poco, me fui metiendo en la serie y comencé a congeniar con los protagonistas (aunque nunca tragaré a Chase). Aun así, su excusa argumental me sigue pareciendo bastante floja y sus gags demasiado rebuscados para cualquiera cuyo idioma materno sea distinto del inglés zarrapastroso que hablan los estadounidenses. Sin embargo, quien consiga superar las barreras idiomáticas,  se encontrará con un programa entretenido y divertido por momentos que, si bien no llega a la altura de las dos series citadas al principio, sí es superior a la mayoría de la bazofia producida en España. Algo es algo.

martes, 4 de enero de 2011

¿Moriremos de aburrimiento?

Si hay una serie que adoro y detesto a partes iguales es Bored to death. La adoro porque cuenta con Zach Galifianakis, un actor cuyo apellido parece un galimatías, pero con un sentido del humor accesible a todos los públicos. Pero también me gusta por ese divertido papel que interpreta el incomprendido Ted Danson, además de por el nivel de frikismo que se desvela con cada línea de diálogo.

Sin embargo, mi odio visceral hacia Jason Schwartzman, enésimo integrante de la saga Coppola (y sin duda el peor), acaba con cualquier posibilidad de que mi admiración por Bored to Death se torne incondicional. Máxime si tenemos en cuenta que el niñato con pinta de empollón es el protagonista.

Danson (c) y Galifianakis (d) junto al insoportable Schwartzman (i)
El argumento es sencillo: El protagonista es Jonathan Ames, un escritor que se hace pasar por investigador privado, y que ha extraído todos los conocimientos necesarios para ejercer esta profesión de las novelas policiacas que ha leído. En los momentos en los que el alter ego detectivesco de Ames copa la pantalla, la serie se hace lenta y aburrida. Sin embargo, cuando Ames es simplemente el escritor frustrado y se junta con sus lamentables amigos (Danson y Galifianakis), la serie alcanza cotas de humor surrealista ciertamente altas que harán disfrutar a todos.

¡Ojalá los productores se den cuenta de esto y aniquilen cuanto antes a ese detective de pacotilla! Si no, al final será la audiencia la que termine muerta de aburrimiento.