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Psych y Monk, dos formas de investigar a través de la observación |
Ahora que el inspector Adrian Monk se ha retirado definitivamente, la comedia de detectives se ha quedado huérfana de su mayor valedor. No es que Monk fuera una obra maestra, pero sí era una demostración de que la vis cómica de Tony Shalhoub es única e inimitable. Su personaje, que en manos de otro actor se habría convertido en un histriónico y excéntrico detective, se convierte en manos de Shalhoub en alguien por un hombre maniático, sí, pero también tremendamente encantador. Esa humanidad de la que dota el actor a su personaje es lo que convierte esta serie potencialmente odiosa en una encantadora historia extrañamente romántica (la “relación” que Adrian mantiene con su difunta esposa pone un nudo en la garganta en más de una ocasión).
En fin, que para el que no la haya visto, le recomiendo todos los capítulos de esta entretenida comedia detectivesca. ¿Todos? Bueno, todos no: curiosamente el último capítulo, que debería haberse convertido en una despedida por todo lo alto de Monk, se convierte en un despropósito continuo por culpa de un guión que parece escrito por el peor enemigo de este curioso detective que nada tiene que envidiar a Colombo.
En fin, como decía al principio, necesito reemplazar a Adrian y creo haber encontrado el sustituto en una serie todavía más prosaica y vulgar (en el sentido de banal, no de chabacano). Sí, lo reconozco, también me gustan las series cutres y llenas de fallos con las que puedo dormir el cerebro una tarde tonta de domingo (¿es eso malo?). La serie en cuestión se llama Psych y su protagonista es un aspirante a detective con un don similar al de Patrick Jane de El Mentalita y un histrionismo que raya la sobreactuación de manera casi permanente. Entonces, ¿qué tiene de buena? Pues que es entretenida, original, tontamente divertida y, lo más importante de todo, no se toma demasiado en serio a sí misma. ¿Para qué queremos más?
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