jueves, 30 de diciembre de 2010

In cold blood

Es evidente que no podía dejar acabar 2010 sin hablar de ese personaje tan coherentemente contradictorio por nombre Dexter Morgan. Y es que su serie ya va por la quinta temporada y este Jekyll del siglo XXI sigue cautivándonos (y acojonándonos) tanto como el primer día.

La tarea que tenían en esta quinta temporada no era nada fácil, pues hacernos olvidar al terrorífico malo interpretado por John Lithgow (alias Trinity) no es moco de pavo. Como tampoco lo eran mejorar los soberbios guiones con que los escritores nos deleitaron el año pasado. Afortunadamente, la serie ha jugado muy bien sus cartas, haciendo planear el recuerdo de Trinity y su alargada sombra durante bastante tiempo, si bien la personalidad de la serie sigue intacta: el protagonista absoluto siempre Dexter, ese encantador y dulce psicópata asesino.
Dexter en acción

Para los que todavía no han descubierto este serie Dexter es un forense especializado en análisis de salpicaduras de sangre en el departamento de Policía de Miami. También es un hombre que adora y cuida de su familia. Pero además, Dexter es un psicópata que al terminar su turno en la comisaría se convierte en un sanguinario asesino en serie. Sus victimas son escogidas gracias a un código que le inculcó su padre, según el cual sólo perseguir y eliminar a aquellos asesinos que han conseguido eludir la acción de la Justicia. Esta siniestra premisa nos ha regalado algunos de los momentos más fuertes de la historia de la televisión. Tal vez sea por este motivo por el que Dexter me gusta tanto…

A pesar de todo lo dicho anteriormente, reconozco que entrar en el mundo que nos propone esta serie no es nada fácil. Es más, es de ese tipo de series que, al igual que Breaking bad, o amas profundamente o la odias a rabiar. Lo que está claro es que el subidón de adrenalina que provocan casi todas sus escenas no puede (ni quiere) dejar indiferente a nadie, pues esta serie ha nacido con una clarísima vocación provocadora y tan sólo entrará en ella el que se deje.

NOTA: Este es mi último post del año. Volveré el lunes con las alforjas llenas de series por comentar (Community, Cougar Town, Sherlock, Dowton Abbey, Daños y perjuicios,…) y con artículos sobre los finales de temporada, algunos de los cuales van a dar mucho de qué hablar. Un saludo a todos y feliz Año Nuevo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Las números 1

El año se acaba, y la gente empieza a hacer ahora repaso de todo lo que ha acontecido este año. En cuanto a las series se refiere, el balance no puede ser más positivo, pues en general el nivel de las temporadas ha sido alto.

Así, hemos vivido temporadas gloriosas en casi todas las grandes series que triunfan al otro lado del charco. Sin embargo, yo evidencio desde este blog mi predilección por dos: una comedia y un drama.

Por un lado, tenemos The good wife, la gran serie dramática del año, que en su segunda temporada nos ha viciado más que cualquier otra serie de abogados que hayamos visto. Esta temporada se han fortalecido los tres papeles femeninos de mayor importancia en la serie y el resultado no ha podido ser más positivo. El trío de féminas agresivas se merece todos los premios habidos y por haber. También merecen una mención especial los guiones, que nos han mantenido atentos a lo que pasaba cada segundo. Por respeto a quien no haya visto todavía esta imprescindible segunda temporada no voy a contar nada de su trama, pero espero que les entusiasme tanto como a mí. De todas maneras, si tengo que ponerle un pero, sería el siguiente: la rivalidad entre Kalinda y su nuevo compañero chirría un poco por lo bien que cae el personaje de Archie Panjabi y lo mal que cae su Némesis (un combate desigual que sólo puede acabar como el rosario de la aurora.

Por otro lado tenemos a Modern Family, comedia entre las comedias, digna heredera del trono que ha dejado vacante una alicaída 30 Rock. Si la serie que comentaba antes tenía su punto fuerte en los tres personajes femeninos, aquí tenemos un trío de cónyuges que nos hará partirnos de risa. Sin embargo, sigo teniendo debilidad por Sofía Vergara, que gana en protagonismo en esta segunda temporada y tiene a su cargo los momentos más gloriosos de la serie (atención al momento en el que apunta con una pistola como si fuera la mujer de un narco de su Colombia natal).

Nota: Me he visto obligado a colgar este post por los comentarios negativos que he oído en torno a estas dos series en otros blogs de series…

martes, 28 de diciembre de 2010

Vampiros, malditos vampiros

Llevamos ya una docena de series comentadas y, sin embargo, nunca me he atrevido a hablar de ninguna que pertenezca a ese género tan raro para mí como es el de los vampiros.  Y la razón es muy sencilla: ni me gustan los vampiros, ni entiendo todo ese mundo misterioso que les rodea. Tal vez este apartheid voluntario con lo chupa sangre sea fruto de un trauma infantil, no lo sé. Lo que tengo claro es que no me gustan.


El plantel de 'True Blood' al completo

Aclarado este punto, debo reconocer que los vampiros se han sabido integrar muy bien dentro de los géneros cinematográficos tradicionales (uf, qué mal me suena esta palabra de un tiempo a esta parte…). Así, tenemos dramas intimistas (Déjame entrar), culebrones románticos (la Saga Crepúsculo), comedias (Un vampiro suelto en Brooklyn), películas de acción (Blade y sus secuelas) y el clásico cine de terror (Drácula). Esta versatilidad de los vampiros para adaptarse a cualquier género ha sido aprovechada por la televisión, lanzando dos series al ruedo televisivo con suerte desigual.

Por un lado tenemos True Blood, éxito rotundo ahí donde se ha estrenado con fans enloquecidos dispuestos a dejarse chupar la sangre (y sorber el cerebro). La serie es una fiesta erótico-festiva vestida de drama que les gustará a los salidorros reprimidos que necesitan ver en la tele lo que sus tristes vidas nunca les conseguirán. Por otro lado, tenemos Crónicas Vampíricas, donde se nos intenta escandalizar mostrándonos continuamente los torsos desnudos de sus dos protagonistas (¡pues vaya!). Y es que el cine de vampiros y el rollo sensual van tristemente de la mano, de ahí los mordiscos en el cuello y todo ese rollo. Posiblemente esté siendo tremendamente injusto con ambas series y tal vez alguien le encuentre cien virtudes por cada defecto. Porque virtudes, desde luego, tienen: ambas (especialmente True Blood) poseen un sentido del humor más chanante que el de Reyes y cia., ambas contienen buenas dosis de acción y ambas cuentan con actores relativamente buenos que dan cierto tufo a bueno a sus series.

Sin embargo, estas series me torran. De vez en cuando puedo ver medio capítulo, pero como vea más acabo con una sobredosis de malditos vampiros. Y eso me mata.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Moteros sangrientos

A mi no me gustan las motos, ni tampoco los moteros. No me gusta el heavy ni los canosos cincuentones que la escuchan. No me van las chupas de cuero y me parece ridículo cuando veo un “abuelo” que la lleva. Sin embargo, he de reconocer que Hijos de la Anarquía (o Sons of Anarchy, que suena mucho mejor) me ha enganchado desde el primer capítulo.

Y es que el estilo Easy Rider todavía no ha pasado de moda a pesar de los tropecientos años que han pasado desde el estreno de este clásico que lanzó a la fama al malogrado Dennis Hopper. Las chopper montadas por los melenudos arrugados siguen siendo imagen de libertad y pasotismo, de rebelión y revolución, de eterna juventud inconformista. Tal vez por eso, a pesar de que no me gustan ninguna de las cosas arriba enunciadas, Sons of Anarchy me ha cautivado.


Cartel promocional de Sons of Anarchy

La historia, como en casi todas las buenas series, es sencilla: un joven con conciencia, se convierte en colíder de una banda de moteros traficantes de armas que utilizan su taller de coches como tapadera. La serie tiene, además, distintas subtramas a cual más interesante.

Aunque lo mejor, sin duda son sus personajes, de nula moralidad, que se comportan como animales despiadados que matan porque sí y se divierten peleándose en el zoo de la vida. Con estas metáforas poco elaboradas quiero advertir a quien se atreva a ver esta serie, de que algunas de las escenas más fuertes recuerdan al Scorsese más escabroso y al De Palma más brutal. Porque la serie es violenta, muy violenta, tanto física como emocionalmente. Pero, al igual que en el cine de estos dos italoamericanos, el resultado no es el rechazo de la violencia, sino la atracción vertiginosa que se siente hacia ella como fuente inagotable de poder y modelo de negocios. Tal vez esta sensación sólo la tenga yo, pero en cualquier caso, yo siempre estaré al lado de estos moteros salvajemente sangrientos.

Mención aparte merece Katey Sagal, en un registro totalmente opuesto al mostrado en Matrimonio con hijos. Y es que esta madurita se convierte aquí en la matriarca más cabrona y cariñosa de la historia de la televisión. Y es que ella, por su hijo, ma-ta. Literal. Por este papel, la Sagal se merece todos los premios desde hace tres años, los mismos que la serie lleva en antena. Sin embargo, ha tenido que esperar hasta esta tercera temporada para poder estar entre las mejores. Pero, ¿Quién dijo que los premios fueran justos?

jueves, 23 de diciembre de 2010

El pufo del año

He esperado algo más de dos semanas para escribir sobre esta serie. Y eso que se ha convertido en un fenómeno social prácticamente desde que se estrenó. El motivo de la espera lo he explicado varias veces: la aborrezco. Me estoy refiriendo a Glee, esa serie políticamente correcta que pretende ser original y graciosa y que fracasa en el intento.

Y eso que no podía tener más ganas de verla, pues los musicales me encantan y si encima sus protagonistas van al instituto entonces me apasionan (y mientras escribo esto estoy pensando más en Grease que en cursiladas sonrojantes como High School Musical). Sin embargo, cuando ya en el piloto vi que los personajes no podían ser más arquetípicos y planos y sus motivaciones más egoístas, me mosqueé. Cuando encima intentaron adoctrinarme colándome a determinados personajes, creyéndose capaces de manipular mis sentimientos con patrañas que insultarían la inteligencia de un niño de teta, mi cabreo pasó a ser mayúsculo.

La pandilla de 'Glee' posa en el lugar que mejor les sienta
Y es que Glee a quien mucho prometió, poco le ha dado. Sin embargo, los que no esperaban nada de ella están entusiasmados por unos personajes infantiles a más no poder. Y encima sus actores, provocadores de pacotilla, se dedican a posar en revistas como colegiales calientes en unas fotografías en las que se les acusa –con razón- de incitar a la pederastia. Todo muy patético, la verdad.

De todas maneras, no todo es negro en Glee, también hay algunas luces que consiguen que me olvide de las ganas de vomitar que me produce este engendro televisivo. Bueno, en realidad, esas luces son en realidad una sóla, pero brilla con tanta intensidad que vale por tres o cuatro. Me refiero a ese marimacho interpretado por la gran Jane Lynch, cuyo nombre de ficción es Sue Sylvester. Por este motivo he conseguido aguantar la primera temporada. ¿Conseguirá hacerme aguantar la segunda?

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Le falta algo

Yo no soy fan de las comedias negras, eso lo reconozco desde ya. Nurse Jackie me entretiene y, de vez en cuando me arranca una sonrisa o, incluso, una carcajada que demuestran que me lo hace pasar bien. Lo mismo me pasa con The big C, una de las sorpresas del año en EE.UU., todavía inédita en nuestro país.

La serie se emite por Showtime, una cadena con, cada vez, más productos poco o nada convencionales (también emite Dexter, por poner un ejemplo), con buenas calidades y actores de primera. The big C no es una excepción. Así, cuenta la historia de una mujer enferma de cáncer (la gran C del título) que no sabe muy bien como lidiar con su enfermedad ni con su vida, mientras nos ofrece un retrato de su día a día en tan penosa enfermedad. Todo ello desde un punto de visto cómico.

Hacer comedia sobre el cáncer puede parecer demasiado cruel pero la serie, más que de esto, peca de pretenciosa en su ánimo por ser transgresora y polémica, haciendo muchos esfuerzos por escandalizar. ¿Esfuerzos en vano? No creo. La serie es gamberra, sí, aunque le falta esa naturalidad que Eddie Falco consigue darle a su Nurse Jackie. No quiero decir con esto que la culpa sea de Laura Linney, actriz impecable y de carácter (signifique lo que signifique esto), aunque no la veo del todo cómoda con su papel. Tal vez sea que no soy capaz de empatizar con una persona que se toma así su vida tras saber que tiene cáncer (aunque sí que conecto con Jackie: Dios mío, ¿qué clase de persona soy?). No sé, no sé qué es lo que le falta a The big C para ser una gran serie. Aunque sí estoy seguro de que algo le falta para alcanzar la gloria. Eso sí, desde luego ingredientes para el triunfo no le faltan. Confiamos en que la segunda temporada termine de limar esas asperezas y encumbre por fin a la Linney al puesto de honor que le corresponde.

martes, 21 de diciembre de 2010

Frikis al poder

Cuando escribí el post “Algo bueno tenía que tener”, uno de mis mejores amigos me dijo que el artículo le había gustado, aunque le parecía que la lista estaba incompleta. Y es que, según él (y con él, millones de frikis en todo el mundo), los personajes que pueblan el universo de esa serie tan raruna como The Big Bang Theory deberían estar en cualquier listado de las mejores creaciones televisivas. Yo en aquel momento le di la razón con la boca chica, pues Sheldon y su pandilla no me hacían excesiva gracia. Sin embargo, después de ver su cuarta temporada no puedo sino rendirme a los encantos del Dr. Cooper y sus alocados amigos.

La "familia" friki al completo
Como el buen vino, The Big Bang Theory ha mejorado con el tiempo y se ha consolidado como una de las mejores comedias del momento y eso son palabras mayores si tenemos en cuenta que el “momento” es el de Modern Family, The big C, 30Rock, Entourage, Nurse Jackie y un largo etcétera. No en vano, con esta temporada se ha colado entre las grandes consiguiendo 2 nominaciones a los Globos de Oro, siendo favorito al mejor actor (con lo que Jim Parsons haría doblete tras ganar el Emmy este año). La verdad es que si le conceden este premio tendré una reacción agridulce: por un lado me alegraré, porque se lo merece; por otro, significará que ha destronado al todopoderoso Jack Donaghy interpretado por Alec Bladwin, lo que me da bastante pena…

El día a día de este curioso grupo de amigos, a cual más inteligente y a cual más raro, sigue sumando adeptos y ya son cientos de miles los que siguen esta serie en España. Sin embargo, creo que la serie la sostienen entre dos personajes fundamentalmente: el ya citado Sheldon, el judío Howard, cuya relación con su madre da origen a los momentos más chanantes de la serie.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Algo bueno tenía que tener (II)

Hace algún tiempo, escribí un artículo en el que elogiaba a tres grandes personajes de la pequeña pantalla. En aquella ocasión, dejaba entrever mi intención de hacer una versión femenina de aquel… Pues bien, aquí está. Y que conste que me ha costado lo suyo, pues la televisión sigue teniendo mejores papeles cómicos para los hombres que para las mujeres; por el contrario, en drama las féminas tienen esos personajes bombón que sirven de lucimiento para el artista: The good wife, The closer o Damages tienen unas protagonistas femeninas tan deslumbrantes como mi adorado Ari Gold (¡¡¡¡Lloooooooooyd!!!!). Pero, en fin, nosotros a lo nuestro: aquí tenéis los mejores personajes femeninos de comedia:

La primera de ellas es una debilidad mía: La Gloria Delgado que interpreta Sofía Vergara en Modern Family ha conseguido desbancar a la “desesperada” Eva Longoria de mi corazón. Eso sí, resulta obligatorio escuchar a esta fuerza de la naturaleza en su versión original para darse cuenta de la genial autoparodia latina que interpreta (el capítulo ocho de la segunda temporada es absolutamente desternillante). Su presencia llena la pantalla en esta serie que ha roto moldes. No obstante, y para ser justos, creo que hay que destacar  a la otra fémina del reparto: Julie Bowen, otra actriz guapa entre las guapas que tiene un papel más complicado que el de Vergara, pero al que saca un jugo que sabe a manjar de dioses.

Otro grandísimo personaje por su carácter transgresor y su espíritu perturbador (o por su carácter perturbador y su espíritu transgresor: en este caso, el orden de los factores no altera el producto) es la grandísima Eddie Falco que interpreta a la protagonista de Nurse Jackie, una de las sorpresas del año. Si en Los Soprano nos demostraba sus dotes para el drama, aquí nos encontramos con un personaje absolutamente repulsivo, pero encantadoramente realista. De hecho, cuando este año ganó un merecidísimo Emmy a la mejor actriz de comedia, ella exclamó exasperada: ¡Pero si no tengo gracia! Y tiene razón: si se piensa fríamente, Jackie es un personaje odioso: drogadicta, malhablada, poco higiénica, borde,… en fin, todo lo que jamás pensaríamos de nuestro ideal de enfermera, pero que en la realidad  se da más de lo que nos gustaría (sólo hay que ver el trato que te dispensan las enfermeras cuando llegas a urgencias…)

Alguno pensará que el tercer personaje del que voy a hablar es  Sue Sylvester, la entrenadora marimacho que interpreta Jane Lynch en Glee, pero la serie me repatea tantísimo por su carácter políticamente correcto y su tufo progre que me niego a darle publicidad a semejante engendro televisivo. En fin, que quien leyera mi post anterior sabe que me estoy refiriendo a la grandísima Jenna Malone de 30 Rock interpretada por Jane Krakowski. Es tan grande que le roba las escenas a la todopoderosa Tina Fey, y eso es decir mucho, créanme. En resumen, la magnífica Jenna es tan torpe, tonta e inocente que cada vez que intenta vengarse de todo aquél que le toma el pelo, no podemos dejar de reír y sentir lástima por la rubia de bote más estereotipada de la historia de la televisión.

Nota: Una vez hecho este repaso, y ante la avalancha de fans que me piden mis personajes preferidos de drama, prometo hablar de actores y actrices dramáticos en un extenso artículo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El rey ¿destronado?

Para aquellos frikis que todavía no hayan oído hablar de Mad Men, me veo obligado a hacer una breve introducción explicando de qué va esta serie. Allá voy: Ambientada en Nueva York durante los años 60, Mad Men gira en torno al conflictivo y competitivo mundo de la publicidad, y sigue las historias de los hombres y mujeres que trabajan en la agencia Sterling Cooper, quienes hacen del vender un arte y cuyas vidas son movidas por sus egos.

La explicación viene porque Mad Men es una curiosa especie dentro del universo televisivo. Eso lo saben los productores y, por supuesto, los espectadores. Tal vez por eso sorprende todavía más que, aparte de ser apuesta arriesgada, sea tan rematadamente buena. A lo tonto a lo tonto, estos publicistas llevan cuatro años metiéndose todas las semanas en nuestros hogares para mostrarnos los entresijos de su oficio y sus vidas. Cuatro años en los que la serie ha sabido mantener un altísimo nivel y permanecer en la cumbre, arrasando año tras año en cada entrega de premios a la vez que convencía a crítica y público. Vamos, que ha conseguido poner de acuerdo por primera vez en mucho tiempo a los tres pilares fundamentales que mueven la industria de la pequeña pantalla. Además recientemente acaba de conseguir una nueva retahíla de nominaciones para los próximos Globos de Oro...

Sin embargo, al igual que 30 Rock, Mad Men debe renovarse, pelear por contar algo nuevo, pues la sorpresa inicial ya está agotada y corre el serio peligro de quemarse. Boardwalk Empire y The good wife tienen ahora mismo mayor frescura que Mad Men, por lo que los guionistas tendrán que darle muchas vueltas al coco si no quieren acabar cediendo el trono del drama televisivo a alguno de estos dos monstruos de la pequeña pantalla. En cualquier caso, la cesión del primer puesto no relegará a Mad Men al papel de segundón, ni significará que la serie sea menos buena, sino simplemente que hay otras series que son buenísimas, algo que probablemente  no se hubiera dado de no haber existido una Mad Men que hubiera despertado del letargo a los espectadores ofreciendo horas de calidad casi sublime.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Otra obra maestra de Scorsese

Martin Scorsese es de ese tipo de autor que, cada dos o tres obras menores (y digo menores, no malas), se descuelga con una joya cinematográfica absoluta. Con Boardwalk Empire, la serie que el año que viene le conseguirá unos cuantos Emmys, nos descubre con absoluta maestría los entresijos de la corrupción de Atlantic City en los años de la prohibición. Y lo hace de la mano de un reparto que ya quisieran muchas producciones de Hollywood, no tanto por su condición de estrellas, sino por su increíble talento.

Steve Buscemi en "Boardwalk Empire"
Desde el piloto (dirigido por el propio Scorsese; en el resto de capitulos tan sólo actúa de productor) se ve venir que Boardwalk Empire puede que sea la serie de la década. Sí, de la década. ¿Por qué? Por su esmerado vestuario, por su lujosa recreación de la época, por los decorados sobrios y elegantes, por su maravillosa fotografía, por sus guiones repletos de diálogos certeros y agudos, por sus actores, por su montaje preciso y lleno de ritmo. En fin,  por todo. Sin embargo, como en todos los productos made in Scorsese, lo mejor sin duda son los personajes. En el mundo scorsesiano (si es que tal término existe), nadie es simplemente bueno o malo, sino que todos son personajes llenos de matices que luchan contra sus contradicciones o bien se dejan seducir por ellas (ejemplo claro de esto es el propio protagonista de Boardwalk Empire, por no hablar del Henry Hill de Uno de los nuestros o el Jake LaMotta de Toro Salvaje). Se forma así un mosaico perfecto en el que todo encaja y la acción avanza con inquietante precisión.

Sus tres nominaciones a los Globos de Oro no han hecho sino reconocer un hecho: Mad Men tendrá una dignísima sucesora en el trono de los seriales dramáticos norteamericanos. La serie opta a los premios a la mejor serie dramática, mejor actor y mejor actriz secundaria. Los dos primeros parecen asequibles. Con el tercero es arriesgado apostar, pues en esa categoria se mezclan comedias con dramas y series con mini-series y telefilms, por lo que resulta imposible aventurar lo que pasará. La respuesta, el 16 de enero.
La primera temporada, que ha finalizado recientemente en EE.UU. se estrena esta misma semana en España. Quien no quiera perderse este gran viaje por los bajos fondos norteamericanos, le recomiendo que se suba a este tren. No se arrepentirá.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Una de cal y otra de arena

La Asociación de Prensa Extranjera en Hollywood anunció ayer sus nominaciones a sus famosos Globos de Oro. Tras ver las nominaciones queda claro que existe un cambio hacia la originalidad  entre quienes votan estos premios. Aunque no será por la comedia, donde la favorita es la insoportable Glee con 5 nominaciones. No, donde realmente se aprecia que el gusto de los votantes cada vez se acerca más a la excelencia es en el drama. Y es que Mad Men podría perder su cetro tras cuatro años en la cumbre. Así, este año tendremos una lucha encarnizada por el galardón entre cinco pesos pesados: Dexter, Mad Men, Boardwalk Empire, The walking dead y The good wife. Ahí es nada: ¡Dios salve al drama norteamericano!

En segundo lugar, también en la categoría de actor dramático han acertado. Steve Buscemi, Jon Hamm, Bryan Cranston, Hugh Laurie y Michael C. Hall son grandes entre los grandes. Sin embargo, parece que la cosa quedará entre Cranston y Buscemi, pues Hall lo ganó el año pasado y Hamm y Laurie son nominados casi por inercia, aunque todo podría pasar.

Margulies, gran favorita para repetir premio
En el apartado de las actrices, repite nominación por sexto año consecutivo Kyra Sedgwick. Este podría ser año, tras alzarse con el Emmy. Sin embargo, nuestras favoritas son Julianna Margulies, quien cada semana nos enamora más en The good wife y Katey Sagal, ninguneada en el resto de premios por su papelón en Sons of Anarchy. Piper Perado, tendrá que esperar a estar más madura para poder dar la campanada.

Por lo que se refiere a la comedia, poco podemos decir. Glee ha arrasado en las nominaciones, colándose en las categorías de mejor serie de comedia, mejor actor, mejor actriz, mejor actor secundario y mejor actriz secundaria. El tener nominaciones en todas las categorías no significa que sea la favorita. Es más, salvo en la categoría de actriz secundaria, lo lógico es que se vaya de vacío.

Laura Linney
En la categoría de mejor serie, la cosa estará entre Modern Family y The big C. El mejor actor parece que irá para Jim Parsons, nominado por primera vez tras alzarse con el Emmy hace unos meses. El galardón a la mejor actriz es cosa de dos: Eddie Falco o Laura Linney son las que más posibilidades tienen de subir al escenario para recoger su premio por sus magistrales papeles en Nurse Jackie y The big C, respectivamente.

Jane Lynch
Por su parte, Chris Colfer resulta un enano ante el portentoso David Strathairn de Temple Grandin. Además, como gay le pega mil vueltas Eric Stonestreet, nominado por Modern Family. También por esta serie está nominada Sofia Vergara, quien intentará levantarle el premio a la gran Jane Lynch de Glee, siempre que no den la sorpresa Julia Stiles o Kelly McDonald. Parece que la opción de Hope Davis interpretando de manera más que convincente a Hillary Clinton en “Una relación especial” es la que menos papeletas tiene, aunque en los Globos uno nunca sabe…

martes, 14 de diciembre de 2010

No hay color



"Cómo conocí..." no consigue hacernos olvidar "Friends"
 
Cómo conocí a vuestra madre se anunció como la nueva Friends y, durante algún tiempo, incluso consiguió cautivar a los fans incondicionales de la pandilla del Central Perk. Sin embargo, la historia de este nuevo grupo de amigos treintañeros presenta en un su sexta temporada un cansancio extrem que hace peligrar la posibilidad de un desenlace digno.

Y es que la serie cuenta con un gran defecto que es, además, su mejor virtud. Me explico: el personaje de Barney interpretado por un divertido Neil Patrick Harris es, sin duda, el punto fuerte de la serie, algo que saben los guionistas. Pero éstos han ido cediendo cada vez más gags a Harris en detrimento de sus compañeros de reparto, lo que ha provocado que los personajes se hayan anquilosado y pierdan gracia. Y ya se sabe lo que pasa cuando una serie no tiene gracia: ¡a la hoguera con ella!

No obstante, estoy con la legión de fans de la serie en que las cuatro primeras temporadas rayaron a un nivel altísimo, superando por momentos a su mentora Friends. Pero, mientras que ésta supo dosificar sus fuerzas, aquélla parece desfondada en su (hasta ahora) última temporada, convirtiéndose en un popurrí de chistes malos y repetitivos que no hacen otra cosa que hundir la reputación de una serie ciertamente simpática y divertida. Veremos a ver cómo se desenvuelve el séptimo año del grupo; esperemos que sus creadores consigan frenar una caída que, si no logran frenar pronto, será descontrolada. En cualquier caso, superar el listón de Friends es ahora un sueño casi utópico para esta serie: Mónica, Chandler, Ross, Rachel, Phoebe y Joey marcaron una época difícil de superar. Que no hay color, vaya.

Para concluir, tan sólo una pregunta que pone de manifiesto la desnortación de los guionistas de Cómo conocí a vuestra madre: ¿por qué el título de la serie se ha ido convirtiendo poco a poco en un McGuffin sin interés incluso para sus creadores?

Nota 1: Perdona María, no quería que el artículo fuera una crítica negativa: simplemente ha salido así.
Nota 2: McGuffin es un término acuñado por Alfred Hitchcock que designa a una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero que carece de relevancia por sí misma.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El sustituto


Psych y Monk, dos formas de investigar a través de la observación

Ahora que el inspector Adrian Monk se ha retirado definitivamente, la comedia de detectives se ha quedado huérfana de su mayor valedor. No es que Monk fuera una obra maestra, pero sí era una demostración de que la vis cómica de Tony Shalhoub es única e inimitable. Su personaje, que en manos de otro actor se habría convertido en un histriónico y excéntrico detective, se convierte en manos de Shalhoub en alguien por un hombre maniático, sí, pero también tremendamente encantador. Esa humanidad de la que dota el actor a su personaje es lo que convierte esta serie potencialmente odiosa en una encantadora historia extrañamente romántica (la “relación” que Adrian mantiene con su difunta esposa pone un nudo en la garganta en más de una ocasión).

En fin, que para el que no la haya visto, le recomiendo todos los capítulos de esta entretenida comedia detectivesca. ¿Todos? Bueno, todos no: curiosamente el último capítulo, que debería haberse convertido en una despedida por todo lo alto de Monk, se convierte en un despropósito continuo por culpa de un guión que parece escrito por el peor enemigo de este curioso detective que nada tiene que envidiar a Colombo.

En fin, como decía al principio, necesito reemplazar a Adrian y creo haber encontrado el sustituto en una serie todavía más prosaica y  vulgar (en el sentido de banal, no de chabacano). Sí, lo reconozco, también me gustan las series cutres y llenas de fallos con las que puedo dormir el cerebro una tarde tonta de domingo (¿es eso malo?). La serie en cuestión se llama Psych y su protagonista es un aspirante a detective con un don similar al de Patrick Jane de El Mentalita y un histrionismo que raya la sobreactuación de manera casi permanente. Entonces, ¿qué tiene de buena? Pues que es entretenida, original, tontamente divertida y, lo más importante de todo, no se toma demasiado en serio a sí misma. ¿Para qué queremos más?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Una serie buena

Alicia y Kalinda, un tándem perfecto

Si hay una mujer en el mundo a la que admiro profundamente es Alicia Florrick, alias “the good wife”. La esposa sufrida, fuerte y abnegada, la madre amantísima y la infatigable trabajadora, se reúnen en el personaje interpretado por una Julianna Margulies que transmite como nadie la soledad de la mujer engañada. Un personaje más que atractivo para una las sorpresas de la temporada pasada.

The good wife es una serie refrescante y entretenida, un drama casi perfecto en sus personajes y en sus guiones, una serie humana que encandila desde el primer momento. Y eso que el argumento se las trae, pues narra el día a día de una mujer públicamente humillada tras descubrirse un caso de corrupción política, tráfico de influencias y contrata de prostitutas en el que su marido, fiscal del condado, es el principal inculpado. Cuando su marido entra en prisión, ella se tiene que hacer cargo de sacar a sus dos hijos adelante, por lo que entra a trabajar en un prestigioso despacho donde también tendrá que lidiar con todo tipo de personajes a cual mejor definido.

Y es que el personaje de la Margulies no es el único personaje atractivo de esta serie. Es más, si se piensa detenidamente se verá que no hay personaje inútil en esta serie donde todos brillan y bordan sus papeles: desde Julianna Marguiles, mujer fuerte y de carácter hasta Christine Baranski, encantadoramente cínica, pasando por el joven Matt Czuchry como el ambicioso compañero de Alicia o la soberbia Archie Panjabi, justa vencedora del Emmy por su papel de la maquiavélica Kalinda Sharma. Tampoco desmerecen Chris Noth como el enigmático marido de Alicia ni Josh Charles interpretando a Will Gardner, el socio del despacho de la protagonista, enamorado (en secreto) de ella.

Además de los personajes, el otro punto fuerte de la serie son los sólidos guiones llenos de frases perfectas, giros medidos y ritmo creciente que la convierten en una cuasi obra maestra apta para todos los paladares por su agilidad y (aparente) futilidad. La ficción ya está emitiendo en EE.UU. su segunda temporada que resulta ser más brillante que la primera, con lo que se confirma que esta buena esposa ha vuelto decidida a acabar con el reinado de Mad Men. ¿Lo conseguirá?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Una agradable sorpresa

Las familias disfuncionales siempre han tenido su hueco dentro de la parrilla televisiva estadounidense. Hace poco hice en este mismo blog un rápido repaso a las comedias de este tipo más conocidas. Todas ellas están cortadas por el mismo patrón, caracterizándose todas ellas por la falta de originalidad hasta caer en los tópicos y clichés marca de la casa del productor de fast food televisivo. En otras palabras, que son todas iguales.


Cartel promocional de la familia

Por eso, cuando apareció Modern Family de primeras me dio pereza, mucha pereza. Luego empezó a llamar la atención de críticos y comenzó a acumular nominaciones a los premios más prestigiosos. Aun así yo, erre que erre, me negué a ver un solo fotograma de la serie. Y llegaron los Emmy, donde se llevó por delante a esa memez en forma de musical llamada Glee y venció a mi admirada 30Rock. Entonces me derrumbe y decidí darle una oportunidad no muy convencido (tras los Globos de Oro también me hice ilusiones con Glee y…). Tengo que reconocer que me resultó divertida gracias a un guión tremendamente audaz y nada convencional. Si además contamos con un reparto en estado de gracia, parece que la diversión está asegurada.


A través del falso documental, la serie cuenta la historia de las familias de Jay Prittchet (Ed O'Neill, de Matrimonio con hijos), su hija Claire Dunphy (Julie Bowen, vista en Weeds) y su hijo Mitchell Prittchet (Jesse Tyler Ferguson), que viven en Los Ángeles (California). Jay está casado con una mujer colombiana mucho más joven que él, la voluptuosa Gloria (Sofía Vergara), quien a su vez tiene un maduro hijo pre-adolescente, Manny (Rico Rodríguez II). Claire es una ama de casa casada con Phil Dunphy (Ty Burrell) y madre de tres hijos: Haley (Sarah Hyland), Alex (Ariel Winter) y Luke (Nolan Gould). Mitchell y su novio Cameron Tucker (Eric Stonestreet) viven juntos y acaban de adoptar un bebé vietnamita, Lily.

Resulta curioso que en este divertido mosaico familiar, los disfuncionales sean los cónyuges de la familia Prittchet, en quienes recaen la mayoría de los gags de la serie, mientras que Jay y sus hijos presencian atónitos las locuras, paranoias, estupideces, manías e infantilismos de sus consortes. Así, Cam, Gloria y Phil se convierten en piedra angular de una serie excepcionalmente fresca.

martes, 7 de diciembre de 2010

La ley tiene nombre de mujer

Puede que no sea ni la más guapa, ni la más alta, ni la que mejor tipo tiene, pero la subjefa Brenda Johnson me mola. Y mucho. Y me gusta por ese carácter tan dulce cuando está de buenas y, sobre todo, por la mala leche que destila con todos los delincuentes que se topan en su camino. Las mujeres con carácter, me gustan mucho, lo reconozco. Y Brenda tiene estopa para todo el que quiera sin dejar de lado nunca ese lado femenino que descubre todas las noches con su novio.


La mujer de Bacon (Kevin, no Francis), se ha ganado un hueco en el firmamento televiso gracias a un personaje que este mismo año le ha valido un Emmy (¡ya era hora!). Y es que Kyra Sedgwyck, que así se llama esta criatura cuando no interpreta a una policía, es un auténtico ciclón que mantiene a flote una serie irregular.


La subjefa Brenda Johnson y su eficiente equipo
Y es que The Closer, a pesar de sus seis temporadas ha tenido sus altibajos, aunque el saldo final sigue siendo positivo. La trama, como casi todas las series “del montón” es sencilla: cuenta el día a día de un grupo de policías que trata de atrapar a los malos con un arma infalible: la sala de interrogatorios, donde la subjefa, “perra vieja”, se las ingenia siempre para lograr confesiones utilizando todo tipo de artimañas.


Lo apuntado antes es cierto a medias: la serie sería del montón si no tuviera como protagonista a uno de esos personajes a los que cualquier actor querría interpretar. Para el lector ignorante de la existencia de esta serie, la subjefa Johnson vendría a ser la versión femenina de Horatio Cane, de CSI Miami, con una diferencia: ella no necesita sacar el arma para demostrar quien es más duro; tuerce el gesto y viola, cantas hasta el asesinato de JFK.

viernes, 3 de diciembre de 2010

God save Tina

A pesar de que la mediocre Glee y la originalísima Modern Family han acabado con su monopolio de galardones en los Globos de Oro y los Emmy, respectivamente, 30Rock sigue siendo una de las mejores comedias que actualmente se emiten en televisión. Sus guiones, chispeantes y neuróticos resultan inteligentes y graciosos y sus personajes cautivan por el surrealismo de su hipérbole.


Alec Baldwin es Jack Donaghy
Es cierto que se ha estancado, pero es difícil mejorar una serie que partió del diez en su brillante primera temporada; también es cierto que puede que su humor ya no resulte tan original (sobre todo si la comparamos con Modern Family, lo más cool y transgresor de la televisión actual), pero crear gags que funcionen temporada tras temporada en una serie alocada es una misión casi imposible que en 30Rock resuelven con asombrosa dignidad y, por momentos, maestría. Además, cuenta con el mejor Alec Baldwin en el personaje del cínico, clasista incorregible y consumado mujeriego Jack Donaghy, el estereotipo más divertido de la televisión (con permiso del doctor Sheldon Cooper). Todo cliché que pueda pertenecer al conservador americano pertenecerá a Jack Donaghy, eso sin duda.


Todos estos factores, amen de la encantadoramente torpe Jenna Malone (magistral Jane Krakowski) hacen que todavía tenga esperanza en Tina Fey y su equipo. Si no, mucho me temo que a la serie de NBC no le quedarán más allá de una o dos temporadas, lo que supondría una pérdida importantísima para el mundo televisivo. Dios no lo quiera: God save 30Rock!

jueves, 2 de diciembre de 2010

Genio y figura

Como homenaje a un buen amigo que hoy celebra su cumple, el post de esta mañana voy a dedicarlo a una de las series más entretenidas de las que actualmente se emiten en España: El Mentalista, una serie que, sin ser nada del otro mundo, ha conseguido cautivar a millones de personas gracias a Patrick Jane, un personaje absolutamente carismático su peculiar (por macabro) sentido del humor. No me malinterpreten, la serie no es una comedia negra, sino un drama policial cuyo protagonista nos arrancará más de una sonrisa.

Simon Baker es El Mentalista
Simon Baker, a quien vimos hace unos años enamorar a Anne Hathaway en El diablo viste de Prada, interpreta a un hombre con un poder de observación extremadamente agudo que colabora con la policía para descubrir a los malos. Series con argumento similar las hay en la televisión actual (Castle o Miénteme, por ejemplo). Pero algo tiene El Mentalista que hace que sus fans (entre los que me encuentro) la consideren única. Y ese algo es el propio Patrick Jane, cuyo carisma llena por completo la pantalla cuando no la está llenando su ego. Con ambas cosas ha conseguido cautivar tanto a la audiencia femenina como a la masculina, y eso no es fácil de conseguir. Patrick Jane tiene todas las cualidades que nos gustaría tener a los hombres: es chulo, irónico, mordaz, algo hipócrita, cínico, atrevido, prepotente, arrogante, engreído y pijo, tremendamente pijo. Por otro lado, también es guapo, inteligente, observador, sabe escuchar y quiere mucho a su (difunta) familia, virtudes que toda mujer busca en un hombre. En definitiva, Jane encarna al hombre que cualquier mujer querría conseguir y que cualquier hombre quisiera llegar a ser.

Por otro lado, Patrick y Teresa Lisbon, su jefa, forman una de las parejas con más química de la televisión, donde una sola mirada es suficiente para que ambos se entiendan, lo que da agilidad a la serie, que no se pierde en conversaciones y divagaciones absurdas (como en Bones), sino que va directa al grano, ofreciendo entretenimiento a raudales.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Algo bueno tenía que tener

Nos guste o no, pertenecemos a una generación cuya mayor influencia educativa –fuera de la familia y el colegio y casi en el mismo porcentaje de ambas- ha sido la televisión. La llamada caja tonta ha demostrado ser más lista que el hambre, colándose en millones de hogares para unificar nuestro pensamiento, dormir nuestras conciencias y alcanzar una falsa armonía social que nos ayuda vivir todos juntos en un país multicolor, que diría una abeja.


Por este motivo reconozco que no soy muy fan de la televisión. Más bien, soy uno de esos frikis que prefieren un buen libro antes que saber el último ligue de Cristiano Ronaldo, los hijos ilegítimos de Dinio o los problemas matrimoniales de la condesa de Villaconejos. Sin embargo, últimamente han surgido en la televisión algunos de los mejores personajes jamás creados por la mente humana (algo bueno tenía que tener, digo yo). Y hoy me quiero fijar en tres genios de tres geniales comedias:


El primero, y por ello el mejor, es el inigualable Ari Gold. Todo lo que surge de boca este histriónico agente es cinismo, hipocresía y crueldad. Sin embargo, la defensa encarnizada hacia su familia también ha logrado conmovernos. En resumen, es el ¿típico? personaje que objetivamente tiene que caer mal y, sin embargo, su personalidad arrolladora hace que el odio mute en amor incondicional. De esta forma, Ari Gold se convierte en el verdadero protagonista de la función y debería ser el dueño de ese séquito que hasta ahora pertenece a un niñato con ínfulas de estrella, perfil que abunda en el firmamento de Hollywood. Jeremy Piven, actor que interpreta a Ari, le debe la mitad de su fama a este personaje. Pero es igualmente cierto que Entourage le debe la mitad de su éxito a Jeremy Piven. En otras palabras: son la combinación perfecta en una serie casi perfecta (y digo casi porque la puta de Shasha Grey ha avinagrado con su presencia la última temporada…).


Otro gran, grandísimo personaje de la televisión es el Jack Donaghy de Alec Baldwin en 30 Rock. Irlándes, católico, machista pero mujeriego, Donaghy es el arquetipo del conservador americano. Sin embargo, nadie ha sabido plasmar como él las bondades sobre el éxito profesional y el mundo de los negocios (desde un punto de vista sarcástico y mordaz, evidentemente). Sus consejos sobre los hombres y las mujeres a Tina Fey son memorables, como lo son también sus verdades sobre temas tan banales el como el vestuario de Liz Lemon o de tanta enjundia como las costumbres americanas o las tensiones entre su religión y sus (bajas) pasiones.


Por último me gustaría acabar con otra joya de la corona del mundo televisivo: Phil Dunphy de Modern Family. He de reconocer que esta serie me daba mucha pereza, pues las familias disfuncionales son tema recurrente en el mundo televisivo americano: Malcolm o The middle son algunos ejemplos de los últimos años, pero antes fueron Matrimonio con hijos, Los problemas crecen, Cosas de casa, Alf, Roxeanne o Todo el mundo quiere a Raymond. Sin embargo, Modern Family es tan políticamente incorrecta pareciendo tan políticamente correcta que me ha obligado a comerme mis palabras y rendirme a sus pies. Ahora reconozco estar enamorado de todos sus personajes (en especial de Sofía Vergara, por motivos más que evidentes), pero elijo a Phil por dos motivos: por su amor a su familia (ver cuando celebra su aniversario o monta la fiesta de cumpleaños de su hijo) y su inmadurez patológica (ver cuando su hija anuncia que ha cortado con su novio y él sólo atina a balbucir apenado que escribirá un sms al ex para ver cómo está).


(NOTA: Alguno se quejará de haber dejado de lado a Sheldon Cooper o a cualquiera de los dos hermanos de la insufrible Dos hombres y medio. Para los fans de Cooper decirles que no están todos los que son, pero sí son todos los que están; para los fans de los otros dos, decirles que este blog es para gente inteligente…)
(NOTA 2: Si algún día escribo la versión femenina de este post, prometo hablar de la gran Jenna Malone de 30 Rock).

martes, 30 de noviembre de 2010

Yo también quiero formar parte de ese séquito


Ahora que el cine se prostituye con secuelas, precuelas, héroes de cómic y un sin fin de personajes insulsos y arquetípicos (salvo honrosas excepciones como Origen o La red social), los cinéfilos de antaño hemos encontrado nuestro refugio en la pequeña pantalla, donde auténticas obras maestras se dan cita por turnos para provocar en nosotros un torrente de emociones que sirva como narcótico ante la crisis del Séptimo Arte. A partir de hoy, me propongo hablar de estas series que están ayudando a cambiar el panorama audiovisual actual…


Y empiezo por la serie que, para mí, más se acerca a la perfección por el carisma de sus personajes y el tono de desenfadado de sus guiones. Se trata, como todos los que me conocen saben, de Entourage, manjar de dioses capítulo tras capítulo. La serie, como el avezado lector sabrá, cuenta las andanzas de Vincent Chase, el último aspirante a actor en el Hollywood actual que, de la noche a la mañana pasa a ser ídolo de jovencitas con las hormonas a mil. Junto a él, encontramos el séquito al que se refiere el título: su mejor amigo, Eric, que hace las veces de representante y conciencia de Vince; Tortuga, un parásito social que lo único que ha conseguido en la vida es ser amigo de una estrella de Hollywood; y el hermano de Vinnie, John Chase, alias Johnny Drama, actor de segunda que vive del relativo éxito de una serie de culto (= mala) que protagonizó hace veinte años. Junto a ellos, la verdadera estrella de la función (con permiso de Drama): Ari Gold, el histriónico agente de Vincent.


La serie, una suerte de cine-dentro-del-cine, cuenta de manera frívola y desenfadada las andanzas de este singular séquito formado por personajes desenfadados y frívolos. Y así, poco a poco, nos va metiendo en el mundo turbio de las estrellas donde el juego de las apariencias es el pan de cada día. El cinismo que empapa cada fotograma acaba por embriagar al espectador que entra dócilmente en esa espiral en la que el sexo, el alcohol, las drogas y la levedad de la vida se mezclan en un coctel de excesos que convierten a la comedia de la primera temporada en el drama oscuro y asfixiante de la sexta.


Ya se ha confirmado el rodaje de una última temporada –la séptima- y de una película tras la cual tan sólo nos quedará el recuerdo del lujo de unas vidas vacías vividas al límite. Pero, a pesar de todo, nadie puede dejar de desear formar parte de ese séquito. Yo ya les estoy echando de menos. ¿Y tú?