miércoles, 30 de marzo de 2011

¡A por el Emmy!

A falta de que empiecen la octava temporada de Entourage y, algo más tarde, la sexta de Dexter, algunas series esprintan para llegar a la meta lo mejor posible. Dos de estas series son Modern Family y The good wife, aunque también  estupideces como Glee intentan colocarse lo mejor posible para la traca final de premios: los Emmy. Estos galardones, conocidos como los Oscar de la televisión (topicazo que te defecas) se entregarán dentro de meses, pero las campañas en la televisión empiezan siempre al día siguiente de los Emmy, lo que tiene a los publicistas ocupados los 365 días del año intentando vender, aun antes de que estrenen la temporada, la enésima serie del año.

Este año todo está muy reñido y parece que, finalmente, el reinado de Mad Men toca a su fin para dejar paso a los mafiosos de Boardwalk Empire, cuyo actor principal, Steve Buscemi, hace tiempo que tiene reservado un hueco en su estantería para uno de los Emmys más merecidos en años. También parece claro que Laura Linney ganará el galardón a la mejor actriz de comedia por su papel en The big C.

Con relación a estos premios, me extraña que todo el mundo les dé por seguros ganadores, y más teniendo en cuenta al nivel de los que, previsiblemente, serán sus competidores: Michael C. Hall, Bryan Cranston o Jon Hamm, por un lado y Toni Collette, Tina Fey o Eddie Falco por otro. En cambio, el mejor actor de comedia y la mejor actriz dramática son el gran interrogante del año, pues cualquiera de los postulantes podría ganar.

En cuanto a los secundarios, yo no lo dudaría: en comedia se lo daría tanto a Sofía Vergara como a cualquiera de los hombres de Modern Family; en drama, le daría todos los premios habidos y por haber a la inmensa Christine Baranski, mientras que nombraría de nuevo a Aaron Paul como mejor actor secundario. Este reparto de premios, que sería el justo y necesario no será el real, pues los críticos se han empeñado en que Glee debe ser la mejor comedia del año, por lo que premiarán a sus secundarios, mientras que Baranski verá como alguna advenediza con cara de guarrilla le arrebata un premio que, a todas luces debe ser para ella.

Otros premios cantados son los más importantes: las mejores series. En este apartado las triunfadoras serán Boardwalk Empire y Glee, dando así una de cal y otra de arena, pues la comedia musical sigue siendo el pufo panfletero de siempre y no le llega ni a la suela del zapato ni a 30 Rock, ni a Nurse Jackie, ni a Entourage, ni a Modern Family, ni a The Big Bang Theory. De hecho, para mí, está al mismo nivel de memez que Dos hombres y medio por lo que nominarla entre tanta joya es insultante y premiarla sería la mayor injusticia que se pueda cometer en la historia de los premios… En cuanto a Boardwalk, se lo merece, aunque yo prefiero The good wife, pero bueno.

De las nuevas, tal vez Blue Bloods y Hawaii tengan alguna posibilidad en apartados técnicos. Y sin duda estará nominada Kathy Bates, lo mejor de su anodina serie (¿alguien lo dudaba?)

lunes, 28 de marzo de 2011

The good wife ¿mejor drama del año?

He decidido que con las series que he comentado tenemos suficiente para empezar y tan sólo comentaré, a partir de ahora, momentos álgidos de una serie en concreto, nuevas temporadas o nuevas series que me interesen. Para empezar este nuevo propósito, he elegido una serie que, poco a poco, se va convirtiendo en un clásico: The good wife, que cuenta con los momentos televisivos más brillantes de este año (con perdón de Boardwalk Empire).

Varios son los méritos de la serie protagonizada por una inmensa Julianna Margulies, actriz tremendamente expresiva en su inexpresividad… En este blog ya destacamos la presencia de un trío femenino de altura (Margulies, Panjabi y Baranski), pero un buen actor poco podría hacer si el guión no estuviera a la altura. Los libretos de The good wife mejoran día a día hasta llegar al borde del paroxismo en los dos últimos capítulos emitidos hasta la fecha (en USA, se entiende), donde los diálogos son tan ágiles y vibrantes que uno tiene ganas de que el capítulo nunca acabe. Esto es gracias, sobre todo, a que los creadores han dejado un poco de lado el drama puramente judicial, primando en esta segunda temporada los conflictos familiares, políticos y profesionales.

Como he apuntado antes, estos conflictos se muestran verdaderamente interesantes en los dos últimos episodios donde se consuman traiciones, se fraguan venganzas, se mascan traiciones y se comprueba que nadie es exactamente quien parece ser en The good wife, ya que los personajes son tan poliédricos, tan de la calle, que asusta.

Sin embargo, el talón de Aquiles sigue siendo el público. Y es que los resultados de espectadores no están siendo los esperados, lo que dificulta que la serie se alargue más allá de dos (la actual) o tres temporadas lo que es una pena se mire por donde se mire, pues perderemos una de las grandes series de este primer cuarto de siglo XXI que nos está dejando auténticas obras maestras.

jueves, 24 de marzo de 2011

En la muerte de Elizabeth Taylor

Hoy hago un parón en mi extenuante ingesta de series para rendir homenaje a la penúltima gran estrella de Hollywood (me parece que la única que sobrevive es la incombustible Lauren Bacall, quien parecía una mujer cuando era una niña y ahora que es anciana parece una mujer…). Ayer falleció la inigualable Elizabeth Taylor, la mirada violeta de Hollywood, por utilizar el topicazo en el están cayendo todos los diarios españoles. Y es que Liz (como odiaba que la llamaran) era mucho más que unos ojos.

Era el símbolo de las mujeres de la época, una mujer de carácter que no se dejó dominar por nadie. Dueña de sí y señora de su vida, la Taylor se casó ocho veces, dos de ellas con el borrachazo más temido de Hollywood, Richard Burton. Dama del Imperio Británico, pasará a la historia por su incesante lucha contra el SIDA que acabó con uno de sus grandes amigos, Rock Hudson y, sobre todo, por sus portentosas interpretaciones siempre llenas de pasión.
           
Con Hudson rodaría Gigante (el tercero en discordia era el mito, James Dean) una epopeya con un drama familiar de fondo absolutamente terrible. Pero también actuó junto a otros grandes del cine: con Paul Newman (la otra mirada de Hollywood) ofreció un auténtico tour de force interpretativo en la historia de un matrimonio autodestructivo llamada La gata sobre el tejado de zinc (apunte: quien no haya visto esta película no sabe lo que es interpretar); junto a Richard Burton rodó la faraónica Cleopatra, La fierecilla domada o ¿Quién teme a Virginia Woolf?, film que le reportó su segundo Oscar y por el que le gustaría ser recordada; robó protagonismo a la mismísima Katherine Hepburn en De repente, el último verano; Spencer Tracy la acompañó al altar en El padre de la novia. Y así podríamos repasar una carrera plagada de interpretaciones únicas.

Quienes la conocieron la describen como una mujer de fuerte personalidad pero de débil salud, una mujer tremendamente cálida a pesar de la frialdad de su rostro, una mujer delicada y encantadora a pesar de sus papeles de mujer dura y cruel. Una mujer, en fin, llena de contradicciones, como cualquier ser humano. La diferencia es que ella era, además, la más brillante de las estrellas de Hollywood; una estrella que siempre recordaremos. DEP.

martes, 22 de marzo de 2011

Si eso es lo que quieren…

Los productores de la CBS no se si están locos, si son idiotas o simplemente quieren acabar de una vez por todas con Dos hombres y medio. Vaya por delante, como ya he dicho en alguna ocasión, que la citada serie me parece mala entre las malas, cutre, sin gracia, sobreactuada, pretenciosa, ordinaria y chabacana. Vamos, que no hay por donde cogerla. El caso es que hasta ahora, la serie era la gallina de los huevos de oro de la cadena. Tanto ganaban los productores, que convirtieron a Charlie Sheen en el actor mejor pagado de la televisión. ¡Ajá! Ahora llegamos al quid de la cuestión: tanto malcriaron a este niñato que al final el asunto se les ha ido de las manos.

Sheen se ha creído una especie de dios que considera que cualquier cosa el haga tiene que ser consentida. No voy a hablar ahora de los mil y un escándalos que ha provocado el sujeto éste en su afán de resultar escandaloso (lo que no deja de ser patético en un padre de familia con varios matrimonios a sus espaldas). Tampoco voy a comentar su obsesión por el sexo, las drogas y el alcohol que han terminado por derrumbar su (patética) carrera.

Lo que realmente quiero criticar es lo que anunciaba en la primera línea: la locura de los mandamases de la CBS. Y es que la cadena que posee los derechos de Dos hombres y medio está pensando en reanudar la filmación sustituyendo a Sheen por… ¡Rob Lowe! La noticia ha corrido como la pólvora por Internet. De hecho, yo escribo estas líneas varios días después de leer la noticia, una vez recuperado del shock inicial que me produjo semejante decisión.

Alguno se preguntará el motivo de mi perplejidad. Muy sencillo: si hay un actor de la generación de Sheen que se le acerca en número de escándalos y en su grado de inmadurez patológica, ése es Rob Lowe, estrella juvenil gracias a Coppola (reverencia), venida a menos hasta que le regalaron un papel en la grandiosa El ala oeste de la Casa Blanca, del reciente ganador del Oscar, Aaron Sorkin (doble reverencia). Pero no sólo por sus escándalos es llamativa la elección del actor de Rebeldes, sino también porque su filmografía brilla por la ausencia de papeles cómicos al estilo Dos hombres… En fin, no me toca a mi juzgar la decisión, sino a los directivos de la CBS: al fin y al cabo es su dinero y si ellos deciden tirarlo es su problema…

lunes, 21 de marzo de 2011

Hawaii 5.0

Si hay un personaje que me cae mal en El séquito, es el interpretado por el insoportable hijo de James Caan, de nombre Scott. En Lost, me pasaba algo parecido con Jin, hasta que dio uno de los cambios más conseguidos de la serie transformando su historia en una epopeya de amor que emocionó a millones de espectadores. Ahora, Caan y Daniel Dae Kim (que así se llama el actor de Lost) se juntan ahora para hacer un remake (¡horror!) de una serie de culto (doble horror) un poco en la línea del nuevo V (desastre total). Así nos quisieron vender Hawaii 5.0, una serie que ofrece una mirada contemporánea a la clásica serie sobre una unidad de élite federal cuya misión es eliminar el crimen que prolifera en las soleadas playas de la isla de Hawaii. El detective Steve McGarrett (Alex O’Loughlin, Moonlight), es un oficial naval condecorado que ha decidido reconvertirse en policía y regresar a Oahu para investigar el asesinato de su padre, pero que termina quedándose después de que el gobernador le ofrezca liderar a un nuevo equipo con sus propias reglas, sus miembros y total inmunidad para perseguir y detener a los mafiosos que pueblan la isla.

La serie, tal y como la vendieron y con el reparto que tiene, parecía que iba a durar dos telediarios. Sin embargo, mi sorpresa fue enorme cuando vi el primer capítulo, lleno de humor y acción. Me pareció una serie entretenidísima y perfecta para irte a la cama con la sensación de que ese día has cumplido, has hecho las cosas bien y el descanso que te has tomado para ver esta serie ha sido tremendamente fructífero.

Poco más puedo contar, pues reconozco que he visto poco más de diez capítulos (mea culpa!) a pesar de que la temporada debe lleva ya casi veinte capítulos emitidos, pero es que los días sólo tienen 24 horas…

viernes, 11 de marzo de 2011

Simplemente Sherlock

Muchas son las series de las que he hablado en estos tres meses largos. Sin embargo, repasando los post me doy cuenta de que todavía me falta por hablar de dos series de las que prometí hablar. Se trata de Daños y perjuicios y Sherlock.

De la primera tardaré un poco más en hablar, pues todavía tengo cierto margen entre lo que duran sus temporadas y por tratarse de una serie de la que hay que estar de humor para hablar de ella. No porque sea mala (todo lo contrario) sino porque es una serie corriente, y más si la ponemos al lado de esa rareza llamada Sherlock.

La serie es una puesta al día del personaje más famoso de Sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes. Con el precedente del largometraje rodado por Guy Ritchie e interpretado por el excelentemente recuperado (thanks God!) Robert Downey Jr., la serie traslada al personaje al siglo XXI. Una apuesta arriesgada, pero no tanto (si tenemos en cuenta los riesgos corridos por la película antes citada). Una serie, eso sí, muy británica tanto para bien como para mal. Sin embargo, el saldo tras el tríptico inicial es ciertamente muy bueno.

Sí, es cierto que es más difícil cagarla en una temporada de sólo tres capítulos que en una de veinte. Aunque excepciones hay (recuerdo una temporada de sólo ocho capítulos de El Séquito que in my opinion es la peor, si tal calificativo se puede emplear para una joya como la serie producida por Marky Mark). Sí, también es cierto que se basan en unos textos muy buenos con los que es difícil meter la pata. Y sí, es británica, por lo que aseguras antes de empezar que la ambientación será perfecta y que será una producción cuidada al milímetro. Sin embargo, tenemos casos recientes (y no voy a citar ninguno) donde, teniendo todos los ingredientes para hacer una serie de primera, el resultado ha sido de vergüenza ajena.

Tras tres capítulos, Sherlock volverá con una segunda temporada  y con la seguridad que da el éxito de crítica y público. Sin embargo, yo prefiero que la serie no se alargue demasiado, pues creo que parte de su encanto es ese aire a miniserie que me produjo la primera temporada…

lunes, 7 de marzo de 2011

The Kennedys

Todavía no me creo que vayamos a poder ver The Kennedys en España. La saga más famosa de la historia siempre ha tenido un aura de misterio, intriga, pasión, engaños, y traiciones que me han atraído como un vértigo, como esas amistades que sabes que son peligrosas pero a las que no puedes dejar por la fascinación que te provocan. El fomes peccati: la inclinación al mal que nos encandila con su aroma de placer fácil. Así son los Kennedy.

Pero si hay algo que nos atrae más que todo el carisma que desprenden las vidas de los miembros de esta singular familia, es la tragedia que truncó la vida de todos ellos. John fue asesinado por ¿Oswald? mientras saludaba a la gente desde su coche. Desaparecía con él la persona que metió a EE.UU. en la guerra de Vietnam, pero también la cara de la esperanza y la vitalidad del pueblo americano. Por este motivo JFK será recordado por muchos como el presidente con más autoridad del siglo XXI, aunque la mayoría lo recuerde como el destinatario del famoso happy birthday de la también malograda Marilyn. ¡Qué pena!

En segundo lugar murió Robert, Bobby, también asesinado tras un famoso discurso en el Hotel Ambassador. Él era el favorito en todas las encuestas, pero otro loco acabó con uno de los mejores juristas de América. ¡Qué presidente se perdió el mundo por culpa de un miserable! A quien no la haya visto, le recomiendo una película llamada Bobby, donde se plasma a la perfección el vacío de la juventud americana y la desolación de sus adultos. En ese ambiente de personas a cual más perdida aparece Bobby para reunirlas en el Hotel Ambassador y dirigirles unas palabras electrizantes que ayudó a despertar del letargo a sus conciudadanos. Católico practicante, Robert Kennedy será recordado por la firmeza de sus convicciones y la claridad de sus ideas que ayudaron a levantar el país.

Por último, Ted, senador demócrata muerto hace unos años, fue el único cuyo drama fue buscado por él: al volver de una fiesta tuvo un accidente con su coche, que se hundió en un lago. Él consiguió escapar, pero su amante no tuvo la misma suerte. Teddy, temeroso de que aquello organizara un escándalo que acabara con sus aspiraciones políticas, huyó del escenario, dejando a su amante morir. Por ser quien era, nunca pisó una cárcel, aunque el episodio le impidió ser el tercer Kennedy al asalto del la Casa Blanca.

Estos son los tres interesantísimos protagonistas de The Kennedys. ¿Te la vas a perder?

viernes, 4 de marzo de 2011

Buena, pero no tanto

He de reconocer que no sé qué narices están haciendo los guionistas de Modern Family, pero me mosquea. Es más, mi mosqueo se está convirtiendo poco a poco en enfado. En primer lugar, no entiendo por qué están repitiendo capítulo por capítulo la temporada pasada: que si el payaso de Cam, que si un nuevo San Valentín, que si la madre loca a la que Mitch adora,… ¡sólo falta que a final de temporada toda la familia haga de nuevo un viaje a algún lugar exótico! Resulta realmente frustrante ver como la serie más original de la temporada pasada disuelve su ingenio en reiteraciones vergonzosas. A mí me duele, de verdad. Tampoco quiero hacer un drama: Modern Family sigue siendo extrañamente divertida y cada vez es más mordaz y se toma menos en serio a sí misma (¿alguna vez lo hizo?). En resumen, sus virtudes siguen pesando mucho más que sus defectos.

Aun así, la serie protagonizada por esta disfuncional familia tendrá que mejorar, pues el éxito arrollador de ese fast food tendencioso y tremendamente gay que es Glee pronto se verá recompensado por los servicios prestados a los demoniacos lobbies que dominan Hollywood (y que no voy a citar por miedo a represalias de estos nazis del siglo XXI sibilinos y manipuladores).

Sí, así es: cualquier serie que quiera ganar a Glee en la temporada de premios de este año tiene que ser mucho mejor que la serie musical. No sirve con ser un poco mejor, ni siquiera con ser mejor a secas ni claramente mejor. No; tiene que ser mucho mejor, pues Glee, como los pelotas en el colegio, parte con dos puntos de ventaja antes del examen al haber contestado correctamente todas las preguntas de lo que es una serie políticamente correcta.

En fin, Modern Family sigue siendo una gran serie: divertida y con un ritmo agilísimo. Sin embargo, corre el riesgo de repetirse como el ajo sino sigue creciendo. Aunque claro, es difícil crecer cuando partes del 9,8. ¿Será que se ha pasado el factor sorpresa de un falso documental y que en realidad nunca fue graciosa? Por el bien de la humanidad, espero que no.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El ocaso de Charlie Sheen

Que Charlie Sheen ha perdido la cabeza no creo que lo dude nadie. Sin embargo, este esperpento sigue triunfando en USA, algo que no puedo entender. Resulta que es alcohólico y drogadicto (algo que a Robert Downey Jr. y Mickey Rourke tan sólo se les perdonó cuando rectificaron), maltratador condenado (motivo por el que se crucificó a Mel Gibson y eso, que el actor australiano no ha sido declarado culpable…), maleducado, niñato, putero y un sin fin de adjetivos que poblarían todo el artículo pero me dejarían sin espacio necesario para las dos paridas que quiero decir.

Lo primero es dejar claro mi odio visceral a Dos hombres y medio, una comedia absolutamente patética y sin gracia donde el idiota de Sheen se cree imprescindible. Pobre iluso. El tema es que la cadena parece que le ha ofrecido el puesto de Charlie a John Stamos, estrella internacional desde que se estrenó Padres forzosos, la serie que le lanzó al estrellato. Conste de entrada que a mi Stamos tampoco me entusiasma, pues sobreactúa y, encima, se cree guapísimo. Sin embargo, para suplir la mediocridad de Charlie Sheen, cualquiera sirve. En cualquier caso, tras su cruce de insultos con el productor, parece que la salida del actor es evidente e inminente. Y es que hay que ser memo para criticar la mano que te da de comer.

Por otro lado, la culpa de los caprichos de Sheen la tienen los propios productores, que han sucumbido una vez tras otra a las pretensiones avariciosas de Sheen. En otras palabras, son ellos los que año tras año han estado pagando cifras de dinero inmorales a un drogata a sabiendas de que se lo gastaba en orgías donde se ponía ciego de todo tipo de sustancias. Siguiendo con los dichos, cría cuervos…

martes, 1 de marzo de 2011

Simbiosis (casi) perfecta

Llevo muchísimo tiempo sin deleitaros con algún (brillante) artículo. La verdad es que estos días he estado muy liado con los preparativos de una fiesta en mi casa para ver los Oscars. Por cierto, todo el mundo dice que fueron previsibles pero hasta hace quince días la favorita era La red social (a pesar de contar con menos nominaciones que El discurso del rey…). Es más, la misma noche de la ceremonia David Fincher seguía siendo el gran favorito para llevarse la estatuilla al mejor director. Pero claro, sin el titular manido denunciando la previsibilidad de los premios, los Oscars no serían los Oscars.

 Ya lo dije una vez, pero lo repito: si lo previsible es que gane una buena película, entonces los premios de la Academia son súper predecibles, gracias a Dios. Sin embargo, los Goyas se esfuerzan por dar sorpresas y hacen el ridículo encumbrando una película donde el enfermo del director tiene la desfachatez de sacar a una niña de 14 años desnuda. Eso en la vida real se llama pornografía infantil o, como mínimo, irresponsabilidad patológica. En el cine español, los progres de pega lo llaman arte y lo premian con nueve cabezones. Patético.

Melissa Leo, nerviosísima con su Oscar conseguido ayer
Pero volvamos a los Oscars. Estaba contando que monté un plan en mi casa para verlos. Al evento acudieron unas quince personas. Mientras veía el famoso desfile por la alfombra roja pensé en la cantidad de actores que han decidido dejar el cine por las series de televisión, ayudando a la pequeña pantalla a alcanzar el éxito que tiene hoy en día.

Laurence Fishburne (CSI), Gary Sinise(CSI Nueva York), Laura Linney (The big C), Hugh Laurie (House), (el insoportable) Charlie Sheen (Dos hombres y medio) motivo de los parentesis del títular de este artículo, Toni Collette (United States of Tara), Steve Buscemi (y casi todo el elenco de Boardwalk Empire) e incluso la gran Kathy Bates (Harry’s Law) han reconducido sus carreras para, en una suerte de simbiosis, recuperar cierta fama mientras dan prestigio al medio. Por supuesto, el caso contrario en el que se utiliza la pequeña pantalla para dar el salto al cine también existe, y si no, que se lo digan a John Hamm, actor de Mad Men pero cada más asiduo en la gran pantalla. Todo este rollo viene al caso porque la primera que vi Melissa Leo fue en un capítulo de CSI. Su papel era de unos 10 minutos como mucho, pero ya llamaba la atención su magnética interpretación y ayer fue galardonada con un Oscar. Casi nada. Cine y televisión; televisión y cine: Dios salve esta fructífera relación.