Que Aaron Sorkin es un genio creo que no lo
dudaba nadie. Que fuera capaz de superarse a sí mismo creo que sí. Al menos yo.
Pero con su nueva serie se ha reído de todos los que no confiábamos en su
talento paranormal y nos ha escupido una serie absolutamente brillante.
Escupido porque su serie es rápida como un
escupitajo, incómoda como un escupitajo, transparente como un escupitajo y
muestra un desprecio total por aquellos a los que critica, mensaje implícito
del que escupe. Pero me voy a dejar de paralelismos, que me estoy dando ganas
de vomitar con tanta saliva…
Al grano: la serie cuenta el día a día de
unos periodistas que trabajan en un noticiario televisivo de éxito. Todo en el
noticiario es políticamente correcto, las noticias se dan, en principio, de
manera aséptica y sin tendencia. Pero tanta blancura, a pesar de gustar a los
espectadores, repugna al jefe, que ve como la verdad se diluye entre tanto
edulcorante. Decide entonces contratar a una nueva productora para el
noticiario que revolucione el gallinero y que pelee por la verdad; una
productora que, además, tiene un pasado con el presentador del noticiero. A
partir de entonces, la vida de la redacción cambia, las tensiones se palpan,
las diferencias se ponen de manifiesto y las discusiones se multiplican; pero
la unidad del grupo de compañeros se pone más de manifiesto que nunca, pues
todos están en el barco de la búsqueda de la verdad en cada noticia. El
problema es saber si los espectadores pueden aguantar esa verdad o, peor aún,
si la quieren escuchar.
Jeff Daniels como presentador, Emily Mortimer
como la productora y el veterano Sam Waterson como el jefe de ambos: ¿alguien
da más? Sí, Sorkin, que plaga el reparto de unos secundarios más o menos
conocidos pero todos nacidos para el papel que desempeñan. Yo no sé como lo
hace, pero siempre tiene actores perfectos. Y títulos de crédito perfectos, que
aquí son un homenaje al periodismo y a históricos periodistas. Y música
perfecta y decorados perfectos, y directores perfectos y, evidentemente,
diálogos perfectos marca de la casa.
Os habréis fijado que todavía no he dicho el
nombre de la serie. Lo he hecho aposta: yo, como Sorkin dejo lo mejor para el
final. Y la serie se llama The Newsroom.
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