martes, 24 de julio de 2012

Totalmente fuera de lugar


Durante este año se han estrenado bastantes comedias que han intentado acabar con el reinado absoluto de Modern Family. Está Girls, New Girl, Smash y la que más me gusta a mí, Suburgatory. El juego de palabras expresa perfectamente la situación en la que se encuentra una adolescente neoyorkina que, de la noche a la mañana, se ve viviendo en las afueras.
Mientras que para ella es un purgatorio continuo, su padre se siente cada vez más cómodo, a pesar de reconocer que sus nuevos vecinos son, como mínimo, raros. Y es que en los secundarios es donde reside gran parte de la gracia de la serie. Está la pareja reprimida de cotillas irredentos, los amanerados pijos, los pijos amanerados, el dentista obsesionado con las mujeres, el orientador escolar gay (aunque él no lo sabe), el equipo de fútbol americano todos tan chulos como tontos y, ante todo, la mega-ultra-pija-cañón-y-su-hija-mas-pija-que-su-madre. Todos ellos encerrados en la misma burbuja exclusiva llamada Chatswin. Con este panorama es difícil hacer amigos, sobre todo viniendo de la cosmopolita y multicultural Nueva York.

Dalia y Dallas, lo más representativo de Chatswin


Evidentemente, la serie se ríe de la gente de los suburbios que se creen que lo tienen todo cuando en realidad tienen más bien poco, pero también aprovecha para criticar a la gente de la ciudad que se cree que lo sabe y se dedican a dar lecciones cuando tienen más que aprender… porque esta serie se ríe de todo y de todos. Por eso es mejor que Glee (una serie de adolescentes cada vez más desnortada) y que cualquier otra serie de estreno esta temporada (aunque New Girl tiene golpes muy buenos). Porque de Girls y Smash ya hablaremos, aunque preveo que no va a gustar lo que diga…
Es increíble que esta serie no haya conseguido colar a ninguno de sus actores entre los nominados a los Emmy, especialmente a Cheryl Hines, quien se sitúa a la vertiginosa altura de las diosas de Modern Family. Divertida e inocentona, pero más inteligente de lo que parece, la Hines está absolutamente perfecta. Pero, en fin, los académicos sabrán lo que hacen…

lunes, 23 de julio de 2012

Sorkin vuelve a enamorar


Que Aaron Sorkin es un genio creo que no lo dudaba nadie. Que fuera capaz de superarse a sí mismo creo que sí. Al menos yo. Pero con su nueva serie se ha reído de todos los que no confiábamos en su talento paranormal y nos ha escupido una serie absolutamente brillante.

Escupido porque su serie es rápida como un escupitajo, incómoda como un escupitajo, transparente como un escupitajo y muestra un desprecio total por aquellos a los que critica, mensaje implícito del que escupe. Pero me voy a dejar de paralelismos, que me estoy dando ganas de vomitar con tanta saliva…




Al grano: la serie cuenta el día a día de unos periodistas que trabajan en un noticiario televisivo de éxito. Todo en el noticiario es políticamente correcto, las noticias se dan, en principio, de manera aséptica y sin tendencia. Pero tanta blancura, a pesar de gustar a los espectadores, repugna al jefe, que ve como la verdad se diluye entre tanto edulcorante. Decide entonces contratar a una nueva productora para el noticiario que revolucione el gallinero y que pelee por la verdad; una productora que, además, tiene un pasado con el presentador del noticiero. A partir de entonces, la vida de la redacción cambia, las tensiones se palpan, las diferencias se ponen de manifiesto y las discusiones se multiplican; pero la unidad del grupo de compañeros se pone más de manifiesto que nunca, pues todos están en el barco de la búsqueda de la verdad en cada noticia. El problema es saber si los espectadores pueden aguantar esa verdad o, peor aún, si la quieren escuchar.

Jeff Daniels como presentador, Emily Mortimer como la productora y el veterano Sam Waterson como el jefe de ambos: ¿alguien da más? Sí, Sorkin, que plaga el reparto de unos secundarios más o menos conocidos pero todos nacidos para el papel que desempeñan. Yo no sé como lo hace, pero siempre tiene actores perfectos. Y títulos de crédito perfectos, que aquí son un homenaje al periodismo y a históricos periodistas. Y música perfecta y decorados perfectos, y directores perfectos y, evidentemente, diálogos perfectos marca de la casa.

Os habréis fijado que todavía no he dicho el nombre de la serie. Lo he hecho aposta: yo, como Sorkin dejo lo mejor para el final. Y la serie se llama The Newsroom.

viernes, 20 de julio de 2012

Increible, pero cierto


Increible, pero cierto. Los Emmy acaban de anunciar sus candidaturas y se confirma el fracaso estrepitoso de tres series de lo más oscuras e irregulares: Boss, Iluminada y La gran C. O, lo que es lo mismo, Kelsey Grammer, Laura Dern y Laura Linney han sido ignorados por completo, y eso que los dos primeros vienen de ganar el Globo de Oro.

En una decisión (aparentemente) valiente pero sin precedentes, la Academia de la Televisión ha dejado fuera a tres series turbias y difíciles confirmando así la hipocresía americana. Y es que las tres son series incómodas que reflejan una verdad sobre el hombre que los americanos no quieren ver. También es cierto que ni Iluminada ni La gran C han sabido nunca si son comedias o dramas y al final han sido ignoradas en ambas. Lo de Boss es más fuerte porque su trama es potente y su actor está inmenso.
Otro motivo para ser ignoradas podría ser que las tres son series hechas exclusivamente para lucimiento de sus estrellas. Pero este motivo se queda cojo cuando vemos entre las nominadas a mejor comedia a ese engendro llamado Veep, vehículo para mayor gloria de ese ídem llamado Julia Louise- Dreyfus. De vergüenza.

También me parece excesivo el número de nominaciones que tiene Mad Men, una serie que se cree que lentitud es igual a calidad, que cuanto más coñazo sea, mejor serie será. Prefiero mil veces Homeland, una serie novedosa y con un ritmo ascendente que acaba por asfixiar al espectador. Homeland no me gustaba nada al principio, pero al acabar la primera temporada comprendí que no me gustaba porque es una serie que tienes que evaluar en conjunto (como pasa con todas las buenas series, por otro lado). También prefiero Breaking Bad, una serie que gana capítulo a capítulo y temporada a temporada.

Sin embargo, el mayor crimen lo ha cometido la Academia dejando fuera a la gran serie de abogados de todos los tiempos. Me estoy refiriendo a The good wife, una de las mejores cinco series que hay ahora mismo en antena y se ha quedado fuera en una selección de doce (seis dramas y seis comedias). Es lamentable que la serie que más hace por la televisión con menos recursos quede fuera de una carrera que, en un mundo justo, habría ganado. Que se lo hagan mirar los académicos porque es vergonzoso.

martes, 5 de junio de 2012

Cómo fabricar un final


Llevo mucho tiempo sin escribir en este blog, así que recuperar el tiempo perdido no va a ser fácil. En cualquier caso, tengo a mi favor el hecho de que estamos con los finales de temporada de las mejores series, lo que me facilita bastante el asunto.

Y es que este ha sido el año de los finales brillantes y espectaculares.  Desde el final de Downton Abbey, más culebrón que nunca hasta el final de The good wife, reconvertida en thriller con la subtrama de Kalinda. También han estado a la altura los finales de Homeland, El mentalista y Castle, una serie que cada vez me convence más. Magistral también el final de Modern Family, con una Vergara que amenaza arrasar con la familia Pritchett. Y, por supuesto, la despedida (¿definitiva?) de Vincent Chase y su Séquito. Tampoco me olvido de Mad Men y Juego de Tronos, que prometen finales espectaculares, si bien todavía no se han producido… Pero, ¿qué distingue un buen final de uno de medio pelo?

En primer lugar es evidente que tiene que ser un final abierto o que deje a los personajes al borde del precipicio. El prototipo perfecto de final idem lo mantiene el cierre de la cuarta temporada de Dexter (quien por cierto, ha cerrado su sexta temporada absolutamente rejuvenecido…). Todas las series citadas han seguido esta pauta y yo ya las espero como agua de mayo. Otra posibilidad es hacer como 30Rock y confiar en que la calidad de la serie te salvará, pero tanto riesgo no lo quieren las cadenas…

En segundo lugar, tiene que haber un McGuffin que te meta el gusanillo de ver la siguiente temporada. En este caso, Modern Family sería un buen ejemplo en su cierre de su última temporada hasta la fecha. Y es que el momentazo Vergara anunciando el McGuffin deja ganas de más, mucho más.

Por último, unas gotas de drama o de pasión. Así acaba Castle y así acaban la mitad de las series americanas prefabricadas. No es el final más currado, pero si el más eficaz…

(Nota 1: Mañana, si puedo, hablo del final de Mujeres Desesperadas, que da una de cal y otra de arena…)

martes, 17 de enero de 2012

A vueltas con los anodinos Globos

Ya están todos los protagonistas resacosos, así que se puede hablar con tranquilidad para juzgar los Globos de Oro 2012, una noche no tan ácida como las de antaño, pero aun así con pildorillas mordaces de la mano de Ricky Gervais. El apartado cinematográfico lo dejo a un lado, a pesar de que han premiado a dos de mis grandes ídolos: Meryl Streep y Martin Scorsese, dos leyendas vivas en plena forma.
Empezando por la comedia, destacar el premio a Modern Family (¡por fin!) por su temporada más flojita. Y es que parece mentira que la familia más alocada y disfuncional de la televisión haya sido incapaz de batir hasta ahora a esa cutrez adolescente llamada Glee. Como es costumbre, subió a recoger el premio todo el equipo, por lo que tuvimos oportunidad de ver –y escuchar- a la grandiosa Sofia Vergara haciendo de Gloria Pritchett (¿o era al revés?). Un momentazo único (por irrepetible y, sobre todo, porque fue el único momentazo) de una gala más bien sosa.
Premios de comedia para Laura Dern y Matt LeBlanc. La primera, por una serie que parece un drama; el segundo, por hacer un trasunto del archiconocido Joey. Dos premios discutibles y que yo discuto. Porque ha día de hoy  Tina Fey y Alec Baldwin siguen siendo los mejores. Y si no, entre las actrices tienen a Amy Poehler o Laura Linney, brillantes en sus series. En el apartado masculino, se puede disculpar algo más, pues aparte de Baldwin no había ningún rival de nivel…
En los dramas también tenemos una de cal y otra de arena. Y es que The good wife y Juego de Tronos siguen siendo menospreciadas de manera alarmante. La primera de fue de vacío mientras que la segunda se conformó con el premio al mejor secundario. Ambas series se vieron sobrepasadas por Homeland, el típico producto americano hecho para ganar premios. Otra de las perdedoras fue la monumental Boardwalk Empire, que también vio como sus dos actores nominados perdían contra Kelsey Grammer (Boss) y Jessica Lange (la Mala por excelencia, por American Horror Story).
Entre los que ni siquiera estuvieron nominados se encuentran: Alan Cumming, Simon Baker, Martha Plimton, Jeremy Piven, Archie Panjabi, Christine Baranski, Margo Martindale, Ty Burrell o Julie Bowen, los tres últimos ganadores en los últimos Emmy, y la propia serie The good wife. Entre los nominados sin premio, la gran duquesa viuda, alias Maggie Smith, Bryan Cranston, Steve Buscemi, Paul Giamatti o los ya citados Fey, Baldwin y Vergara. Ahora vuelvan a mirar los nombres de los ganadores y comprueben cómo no existe justicia en ese mundo. Esperemos que los Emmy pongan las cosas en su sitio.
(Para la lista completa de ganadores, pincha aquí: http://www.abc.es/20120116/cultura-cine/abci-ganadores-globos-lista-201201160633.html)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Patrick se lo pasa pipa

A lo largo de tres temporadas, pensé que El Mentalista me gustaba por el carisma de los personajes y la química entre Patrick y Lisbon. Sin embargo, en esta cuarta temporada me he dado cuenta de un motivo mucho más profundo y, a la vez, mucho más superficial que explica mi pasión por este serie policiaca. Este motivo no es otro que comprobar, semana tras semana, lo bien que se lo pasan los actores rodando esta serie. Es un motivo más profundo (en el sentido de primigenio, originario de los otros) y a la vez más superficial (por razones evidentes), pero es un motivo más que válido para distinguir una serie del montón.
Y es que no es fácil encontrar una serie donde los actores disfruten tanto interpretando a los personajes. Pero hay uno que destaca por encima de todos: Simon Baker, aka Patrick Jane, azote de delincuentes y cómico de primera. Porque sí, admitámoslo, El Mentalista es una serie ligerita que cumple una función no siempre fácil de encontrar en una serie dramática: entretener a las masas. Y es que, en televisión, donde es obligatorio conseguir la fidelidad del espectador, se hace obligatorio disponer de series que mantengan pegado al espectador semana tras semana.
En los últimos capítulos, la tensión se ha manejado muy bien en la serie, logrando momentos muy intensos. No es The Wire, pero tampoco lo pretende. El Mentalista ha sabido mantenerse fiel a si mismo centrándose en Jane, un personaje narcisista, divertido, juguetón, pero con un darth passenger que asustaría al mismísimo Dexter Morgan (¡Dios mío, qué han hecho con esta serie!). Para ello hace falta un actor que entienda muy bien el personaje; Simon Baker lo hace, y nos transmite a un Patrick cada vez más irónico pero también más herido. Un personaje con el que se ha fundido porque se lo pasa francamente bien con él, y eso se contagia al resto del reparto, cada vez más sueto.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Un portento llamado Kate

Quién es quién en Mildred Pierce
Reconozco que al hablar de Kate Winslet no soy objetivo. O quizás soy más objetivo que nadie, no lo sé. Y es que Winslet ha sido para mí una diosa absoluta en cada trabajo; un ejemplo de profesionalidad, talento y brillantez. Una mujer que, sin ser especialmente guapa, se presenta a mis ojos como la mujer 10, la perfección hecha carne. Es lo que tiene ser una verdadera estrella: que el reflejo del talento enciende pasiones.
Afortunadamente para mí, éste ha sido un año especialmente prolífico para la actriz británica pues, además de dos películas más que correctas (Contagio y Un dios salvaje), ha estrenado la enésima obra maestra de HBO, la miniserie Mildred Pierce.
No es la primera vez que la actriz de Titanic hace televisión (salió en un capítulo de Extras), pero es indudable que no es su medio. Aun así, la interpretación que ofrece en Milded Pierce es absolutamente arrebatadora, hipnótica, mágica. Es tan buena que hace mejor al resto del reparto. No es que Guy Pierce, Bryan F. O’Byrne, Mare Winningham o Evan Rachel Wood sean malos, todo lo contrario. Pero gracias a la pasión contagiosa de Winslet, consiguen las mejores interpretaciones de sus carreras.
Cuestión aparte es Melissa Leo, única a la que Mildred no le pega gritos y eso se nota. Se nota en que no hay tensión en las escenas que ambas comparten; esos momentos son un oasis dentro del terremoto vital de Mildred. Ahí radica el mérito de ambas actrices, que saben calmar las aguas airadas de tan turbulenta vida. Y es que Mildred Pierce cuenta la historia de una mujer hecha a sí misma que, a pesar de todos los sufrimientos y sus (muchos) errores, sabrá salir adelante gracias a su tesón, ambición y ganas de triunfar.
La serie en su conjunto es una obra maestra que se alzó con dos premios Emmy en la pasada edición a pesar de ser tener veintitantas nominaciones. Y es que enfrente tenía a la (también) soberbia Downton Abbey, que le arrebató la gloria en todos los premios gordos excepto uno. ¿Adivináis cuál? Sí, el de mejor actriz, que fue a parar a las delicadas manos de esa portentosa mujer llamada Kate Winslet.